martes, 15 de enero de 2013

Qué poco hemos cambiado

Un Estado opresor, insensible ante los padecimientos de un pueblo. Un gobierno que envía a las Fuerzas del Orden a reprimir las protestas de los ciudadanos. Un país en el que la Ley no va de la mano de la Justicia. No hablo de Rajoy; no hablo de la situación actual, aunque lo parezca. Fue Victor Hugo quien, en 1864, escribió "Los miserables" y retrató su época, a la vez que describía la condición humana, la crueldad del Poder, las constantes injusticias que viven los menos favorecidos. Descripción que, al parecer, sigue vigente.
Ahora es Tom Hooper quien nos acerca esta obra en forma de adaptación del famoso musical. Y lo hace de manera personal, como el autor que es: usando su característico "ojo de buey"; los juegos con la profundidad de campo, típicos de las series británicas; decidiendo que las canciones no se canten en play-back; moviendo la cámara de manera nerviosa,... 
No se trata del típico musical: no quedas con la sensación de estar viendo una historia esquemática alargada mediante canciones y coreografías vistosas. Y es que la novela tiene unas mil páginas. Lo difícil es condensarla en menos de tres horas. 
Todos los actores cumplen, al menos en mi opinión, a pesar de las críticas a Russel Crowe. Transmiten verdad. Aunque quizás las nominaciones y los premios interpretativos que están recibiendo resulten exagerados.
Sólo encuentro una pega: la estética, tan propia de Dickens. Bueno, más bien la que se atribuye a Dickens a través de las adaptaciones de sus obras. Quizás sólo me ocurra a mí, pero siempre me ha dado grima ese imaginario.
La película, tremendamente oportuna, transmite una esperanza muy necesaria en momentos difíciles. 

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