No es rara ni carece de lógica la concepción de la infancia como una forma de Paraíso perdido. Pero lejos de una representación idílica de ella, la coherencia de esta idea la encontramos en que nos indica que es precisamente durante los primeros años de vida, a medida que vamos descubriendo el mundo, cuando se quiebra la inocencia. De eso nos habla John Banville, último Premio Príncipes de Asturias de las Letras, en su novela más laureada, "El mar", por la cual recibió el Booker de 2005. Y, entre otras cuestiones, de algo aún más difícil de admitir, quizás: Su protagonista, Max Morden, que en su vejez ha perdido a su esposa recientemente, nos recuerda que "una ilusión muy corriente, [...] todo el mundo la tiene" es la de poseer "la convicción, inmune a todas las consideraciones racionales, de que en algún momento futuro y sin especificar, el permanente ensayo que es" la "vida, con sus numerosas malinterpretaciones, sus deslices y pifias, terminará, y la obra propiamente dicha, para la que" nos hemos "estado preparando siempre y con tanto ahínco, comenzará por fin". Que acabemos sintiendo esa frustración vital es el peligro, supongo, que se corre cuando se nos convence desde un comienzo, aunque bienintencionadamente, de que hemos de sentirnos realizados (a través de nuestro trabajo, junto a otra persona, siendo padres,...), de que somos seres incompletos y que hemos de esforzarnos para hallar la felicidad. Cuando la felicidad, al menos para la mayoría, está al alcance de la mano y ya desde antiguo se nos explicó en qué consiste: Carpe diem. O lo que es lo mismo: No comernos la cabeza con metas lejanas, difiriendo, palabra de moda, a un tiempo futuro la consecución de los sueños y fiándolo todo a ésta; vivir el presente disfrutando de cada cosa que hacemos. Tomar la manzana del árbol sin miedo (ni "su compañero inseparable, la culpa") y degustarla sacándole hasta la última gota del jugo. Retornar a la "brutal inmediatez de la infancia".
Parte de esa forma de entender la vida puede consistir, ¿por qué no?, en leer esta novela impecable, sublime, llena de símbolos, de personajes memorables, de ideas sugerentes, que se nos transmiten con una sensibilidad poco común, en la que la memoria se convierte en refugio y único consuelo ante el abismo de un ahora desolador.
Lo sé, apenas he explicado nada de la historia que nos relata Banville, pero es que esta reseña es una mera invitación a descubrirla.
P. S.: No puedo resistirme a citar una frase atea, de esas que tanto aprecio, que el escritor irlandés nos regala: "Dado el mundo que Dios creó, sería una impiedad contra él creer en su existencia".
Otro detalle: Se ha destacado en muchos medios la espléndida traducción de Damián Alou. Pero, ¿quién revisó el texto antes de imprimirlo? ¿Por qué Anagrama nos tortura con una edición llena de erratas? Estos son unos pocos ejemplos de ellas: "La cabeza y el hombro izquierdos inclinados" (la coherencia de esta frase no llevaba brújula y se perdió), "con mucho mayor inmediatez" (esto sí es una cuestión de identidad transgenérica y no la transexualidad) o "se dio media vuelta y de dirigió al borde del agua" (cierto que hay quien pronuncia "de dirigió", pero no hay que imitarlos. Suena a burla), entre otras perlas.
Parte de esa forma de entender la vida puede consistir, ¿por qué no?, en leer esta novela impecable, sublime, llena de símbolos, de personajes memorables, de ideas sugerentes, que se nos transmiten con una sensibilidad poco común, en la que la memoria se convierte en refugio y único consuelo ante el abismo de un ahora desolador.
Lo sé, apenas he explicado nada de la historia que nos relata Banville, pero es que esta reseña es una mera invitación a descubrirla.
P. S.: No puedo resistirme a citar una frase atea, de esas que tanto aprecio, que el escritor irlandés nos regala: "Dado el mundo que Dios creó, sería una impiedad contra él creer en su existencia".
Otro detalle: Se ha destacado en muchos medios la espléndida traducción de Damián Alou. Pero, ¿quién revisó el texto antes de imprimirlo? ¿Por qué Anagrama nos tortura con una edición llena de erratas? Estos son unos pocos ejemplos de ellas: "La cabeza y el hombro izquierdos inclinados" (la coherencia de esta frase no llevaba brújula y se perdió), "con mucho mayor inmediatez" (esto sí es una cuestión de identidad transgenérica y no la transexualidad) o "se dio media vuelta y de dirigió al borde del agua" (cierto que hay quien pronuncia "de dirigió", pero no hay que imitarlos. Suena a burla), entre otras perlas.