domingo, 27 de octubre de 2013

¿En qué momento había progresado el Perú?

Hace tiempo que debería haber publicado esta reseña, pero no me decidía. Necesitaba que se fuera asentando la impresión que tengo sobre esta novela, "El héroe discreto" (magnífico título, que remite a la obra de Baltasar Gracián), de Mario Vargas Llosa, porque no quería ser injusto. Y es que me parece que se trata de una novela con muchos méritos, con muy buenas intenciones, quizás necesaria, pero fallida.
La historia, en realidad, son dos, dos historias paralelas, pero muy parecidas: Felícito Yanaqué, empresario transportista que vive en Piura (Perú, por supuesto), sufre un intento de extorsión: O paga 500 dólares al mes por la protección de un grupo de mafiosos o se arrepentirá, dice un anónimo de los muchos que le irán llegando (todos ellos con la arañita de cinco patas que vemos en la foto). Su educación recta, aunque humilde, no le permite someterse a dicho chantaje, a pesar de que le queman parte de las instalaciones de su negocio y secuestran a su querida. Por otro lado, en Lima, Ismael Carrera, dueño de una importante aseguradora, decide casarse con una de sus empleadas domésticas con la intención de que sea su heredera principal, con tal de que sus hijos se queden con dos palmos de narices cuando él fallezca. Y es que, mientras estaba supuestamente inconsciente y desahuciado, hace un tiempo, les oyó desearle la muerte para ellos quedarse con su fortuna. (Todo se lía bastante tras esa introducción, pero prefiero no desvelar detalles que os estropeen la lectura del libro).
Ambos relatos (el segundo con menor peso) son interrumpidos (felizmente) por la irrupción de personajes conocidos en la obra de Vargas Llosa (los muy queridos Lituma, Rigoberto, Lucrecia y Fonchito -tan cándido y puñetero como siempre-), hasta el punto de que parecen convertirse en protagonistas. No es que sus historias sean tampoco gran cosa (incluso una de ellas queda en el aire), pero resultan agradables. En realidad, toda la novela lo es (contribuye a ello el constante uso de peruanismos, el sentido del humor en algunos pasajes y la sutil construcción de los personajes, algo arquetípicos quizás), sólo que no está a la altura de un autor tan virtuoso. Se queda en poca cosa. Pero tengo la impresión de que más bien lo que mueve a don Mario es transmitir la importancia de determinados valores que parecen haber quedado atrás con el progreso en general, ejemplificado con el de su Perú natal en particular. Incluso cabría interpretar que trata de justificarse cuando dice que la vida se parece más a una telenovela que a Tolstoi o a Cervantes. O sea, que para acercarse a la realidad hay que alejarse de la gran literatura, podríamos entender. Vamos, que sólo me atrevo a recomendar "El héroe discreto" a lectores completistas, a aquellos que quieran conocer toda la obra de Vargas Llosa. Caso en el que me encuentro.

P. S.: Se me olvidaba: Su autor no sólo nos habla, en esta novela, de la importancia de determinados principios, de la lucha por su defensa y de que los buenos pueden vencer alguna vez, aunque sólo sea en la ficción; también nos trasmite su concepción de la religión. Y es que, aunque él siempre se ha declarado agnóstico, considera que es útil a la hora de distinguir entre el bien y el mal (no es algo que yo comparta -soy más bien sartriano a este respecto-, pues creo que basar tu sistema de valores en una mentira no es la mejor manera de aprender y que vicia el conocimiento desde la raíz, pero lo destaco porque es parte notable del contenido del libro y lo enriquece). Sin embargo, coincido con la visión de uno de sus personajes, la de Rigoberto: "Para ser creyente no conviene pensar mucho" o "Un ateo es también un creyente. Cree que Dios no existe" son frases que expresan pensamientos que no me son ajenos.
Ah, por si tengo algún lector poco dado a conocer frases famosas de grandes libros, el título de esta reseña es un guiño a "¿En qué momento se había jodido el Perú?" de "Conversación en la Catedral".

jueves, 17 de octubre de 2013

Bette Davis eyes







Ésta es una de esas entradas casi inexplicables mías que suelo justificar haciendo alusión a mi gusto por la fotografía, cierto. Pero también responde a mi intención de haceros una confidencia: Si queréis saber quién es la responsable de mi debilidad por las gatas, aquí la tenéis. Nadie puede resistirse a esa mirada tan penetrante y a esa cara tan tierna.

lunes, 14 de octubre de 2013

La sonrisa de Marg Sisson

El suyo, el de Alice Munro, parecía un Nobel cantado y justo me pilló leyendo su única novela, "La vida de las mujeres". Es cierto que conocer su biografía ayuda a comprender su obra, pero como no suelo escribir entradas muy largas y ya se han encargado los medios de comunicación de dárnosla a conocer, mejor entrar en materia directamente.
La primera impresión que vamos teniendo a medida que avanzamos en la lectura de este libro es la de que a su autora le costaba escribir una novela y decidió hacerlo a base de relatos que comparten personajes (qué tramposilla, la Munro). Cada capítulo tiene un título alusivo al tema del que habla y no es continuación del anterior, aunque haga referencia a alguna de sus tramas. Cada capítulo nos enseña algo sobre nosotros mismos.
La protagonista, Del Jordan, al principio vive en el pueblo de Flats Road con sus padres y su hermano Owen, hasta que se traslada a la ciudad de Jubilee, pero sólo con su madre. Ambas parecen incapaces de adaptarse a ninguno de esos dos ambientes. Son demasiado independientes y cultas para las gentes de campo y demasiado inocentes para las de ciudad.
La acción transcurre, aproximadamente, entre 1938 y 1950: Llegan los ecos de la Segunda Guerra Mundial y de sus consecuencias, probablemente como una forma de darnos a entender que ése, el bélico, es el mundo de los hombres, mientras las mujeres y los niños se quedan en casa. Aunque también se entiende que a los canadienses les quedara un poco lejos  el campo de batalla.
A lo largo de esos 12 años, Del va creciendo, descubriendo el mundo y conociéndose a sí misma. Nos describe a los pintorescos vecinos de Jubilee, que en realidad no son tan pintorescos, sólo que la mirada de la Munro los vuelve especiales. También nos describe su despertar sexual y su primer amor. Cómo el amor la apartó de su camino. La inutilidad, la irracionalidad y el fanatismo de la religión (la madre de la protagonista expresa con las siguientes palabras algo que siempre he mantenido: "¡Dios fue creado por el hombre! ¡No al revés! El hombre en una fase de su desarrollo más infame y sanguinaria que la actual, o eso esperamos. El hombre creó a Dios a su imagen y semejanza".) Su gusto por la literatura, pues ella misma es una escritora en ciernes, que busca la inspiración en las historias que escucha sobre sus vecinos. La rebeldía frente a su progenitora, a la que se parece más de lo que está dispuesta a admitir.
"La vida de las mujeres" es una novela de iniciación nada complaciente. Se describe el abuso a una menor como algo en lo que participa voluntariamente la propia menor; los disminuidos psíquicos son mostrados como seres crueles; la gente se suicida casi sin razón aparente y se vuelve loca sin que haya la más mínima explicación; los hombres son poseedores de multitud de defectos y sinónimo de peligro.
Creo que la filosofía vital de Del Jordan se resume en las siguientes palabras: "Se suponía que los hombres podían salir y vivir toda clase de experiencias, desechar lo que no querían y volver orgullosos. Sin pensarlo siquiera, yo había decidido hacer lo mismo".
Alice Munro escribe sobre mujeres, pero sobre mujeres reales, con aristas, buscando que éstas resulten, al menos por momentos, antipáticas, mezquinas, vanidosas, machistas, carentes de ambición, torpes, chismosas, contradictorias en sus actos. Y en otros momentos sus mujeres son independientes y a la vez pueden dejarse someter por el amor; son inteligentes y cometen errores que las marcan para siempre; son resueltas, sexuales, obsesivas, apasionadas,.. Así es la vida de las mujeres.

P. S.: Para entender el título de esta entrada es necesario leer otra reciente: "Vidas en tránsito I: Ontario-Canarias".

sábado, 12 de octubre de 2013

El mundo (literario) es un pañuelo

No me considero una persona supersticiosa, pero a veces me encuentro con alguna coincidencia curiosa. Como últimamente se ha sumado una buena cantidad de ellas y todas tienen los libros como punto en común, he pensado que éste es el mejor lugar para reunirlas:
- Comenté a un amigo que estaba leyendo "1913. Un año hace cien años". Él me lo había regalado y pensé que le agradaría saber que me estaba gustando. Me contestó que él estaba leyendo "14", por 1914, de Jean Echenoz.
- Poco tiempo después, informé a ese mismo amigo de que estaba leyendo las memorias del escritor Martin Amis. Él estaba leyendo la biografía del escritor David Foster Wallace, que puso fin a su vida ahorcándose. Las memorias de Amis están llenas de suicidios. Uno de ellos, el de la madre de su primera hija.
- El 31 de agosto fue el cumpleaños de una amiga. El amigo antedicho le regaló "Albert de Adelaida", una novela protagonizada por un ornitorrinco. Yo le regalé "Firmin", una novela sobre una rata que no sólo come libros, también los lee. Ambos, pues, regalamos obras protagonizadas por animales.
- Más tarde, leí "Sodoma y Gomorra", de Marcel Proust. Lectura a la que siguieron, de manera conjunta, las de "El héroe discreto" y "La vida de las mujeres". Pues bien, en el primero de los dos escribe Vargas Llosa: "¿Me podrías decir qué  es eso de Sodoma y Gomorra, papá?". Y en el segundo escribe Alice Munro, en boca de la madre de la protagonista, casi en respuesta de la pregunta anterior: "A lo que se dedicaban en Sodoma y Gomorra era a prácticas antinaturales" (otro personaje añade: "Lo de natural o no natural depende, ¿no?").
- Y por último, ¿casualidad o clarividencia que estuviera leyendo conjuntamente la última novela del Nobel Vargas Llosa y la única novela de Alice Munro y justo en medio de esas lecturas le concedan el Nobel de Literatura a ella? 

Probablemente debería construir un refugio, cual Michael Shannon en "Take shelter". Todo apunta a que se acerca el Apocalipsis.

P. S. : Información para lectores curiosos: Sí, la foto la hice yo. Sí, está manipulada. Como escribí en la primera entrada de este blog, las fotos en las que no salen personas suelen ser mías. El resultado, en mi opinión, es un blog más personal, que es lo que busco. 

martes, 8 de octubre de 2013

Love & other drugs



Victor y Annette son pareja y tienen una hija. Él es francés y ella austríaca. Ambos viven en Viena, en un ambiente pequeñoburgués y culto (al menos esa es la opinión de un español cuando observa que entre sus lecturas se encuentra una obra de Georg Trakl; pero, claro, en Austria ha de ser algo común). De vez en cuando, él se pierde de vista para ir a comprar drogas. Tras cada escapada, ella calla. Falta poco para que se trasladen a París y ahí las cosas cambiarán. (Vana esperanza habitual en una persona enamorada).
Por supuesto, en Francia las cosas van a peor. Surgen la infidelidad y los malos tratos, por lo que la mujer decide abandonarlo y llevarse a su hija consigo.
En realidad, me parece que es Victor quien la ha dejado hace tiempo. Decía Proust que "los hombres pueden tener diversas clases de placeres. El verdadero es por el cual dejan el otro". La idea de que él antepuso el placer que le provocaban las drogas al amor de ella y a la responsabilidad de cuidar de su hija me conduce a mantener ese pensamiento (otra cosa sería que su nivel de adicción le impidiese cambiar, pero, como vemos con el pasar de los años, Victor acaba estando "limpio").
Así comienza "Todo está perdonado", la primera parte de una trilogía dirigida por Mia Hansen-Løve. Después de lo que acabo de contar, llega el perdón. No diré de qué manera. Tan sólo, que el final me parece hermoso y lleno de esperanza, y que la hija juega en él un papel principal.
La película está narrada de manera lineal, aunque con saltos temporables (alguno, notable), "con la intención de transmitir al espectador la imposibilidad de detener el tiempo" (Mia dixit). El estilo de la directora no difiere mucho del de su pareja, Olivier Assayas. Al menos, del Assayas de "Las horas del verano". Íntimo, familiar, elegante, despojado de artificios, salvo las elipsis ya aludidas. La historia es pequeña, una que podría ocurrirle a cualquiera.
Termino la reseña con una cita de un poema de Trakl que quizás viene a cuento:

En una negra nube
navegas ebrio de amapolas

Ah, por supuesto, la recomiendo. Sobre todo a los amantes del buen cine francés.

sábado, 5 de octubre de 2013

Vidas en tránsito I: Ontario-Canarias

Ban Righ Hall

Marg Sisson debía rondar los 20 años en 1963. Se había matriculado en una carrera de Letras en la Queen´s University de Kingston, Ontario. (Dato curioso: La universidad fue fundada en 1841, 26 años antes que el estado de Canadá. Dicho de otra manera, su país de nacimiento aún no era centenario siquiera). Conocida es la influencia de los escoceses en Ontario, de ahí que el diseño del edificio tuviera como modelos las universidades de Edimburgo y Glasgow.
Marg era una estudiante aplicada, pero no la típica que subraya sus libros usando una regla. No, hacía unas líneas erráticas y con bolígrafo azul (la verdad es que era algo sacrílega en ese sentido). Escribía de manera clara, algo amanerada, pero resuelta y rápida.
Decidió alojarse en la Ban Righ Hall, una residencia para mujeres (vale, el nombre es algo obvio: Ban Righ significa en gaélico "la esposa del rey"). Fue esta la primera edificación que se contruyó con dicho fin en la Queen´s. Todo gracias a la iniciativa de un grupo de antiguas estudiantes, que consiguieron la mitad del dinero necesario para la construcción de la residencia a base de vender pasteles, organizar reuniones para tomar el té o para jugar al bridge y mediante pequeños donativos.
El primer año de Marg en dicha residencia, aún no existía el gran comedor que se inauguró casi al final de la década.
Muy probablemente, acabara licenciándose, aunque ha de tener ya unos 70 años, por lo que estará jubilada.
De Ontario y también de Letras son las escritoras Alice Munro y Margaret Atwood. Me imagino a Marg con una sonrisa de orgullo por sus compañeras de generación (aunque ellas son algo mayores), si dentro de unos días la Academia Sueca decide conceder a alguna de las dos el Nobel de Literatura.

Pero, ¿cómo conocí a la señora Sisson (éste, por supuesto, es su apellido de soltera. No sé si llegó a casarse alguna vez)? De una manera muy sencilla: Era mi cumpleaños. No recuerdo exactamente cuál, sólo que era veinteañero. Y mi amiga bibliotecaria decidió hacerme más de un regalo. Uno de ellos sería de broma: Un libro de segunda mano (la tercera edición de "The great critics", antología de crítica literaria compilada y editada por James Harry Smith y Edd Winfield Parks). Marg habia escrito sus datos en la primera página para que, si algún día se le perdía, supieran a quién devolvérselo. El libro tiene anotaciones que me dejan entrever su carácter y componer un vago retrato de ella. Es curioso el viaje que realizó "The great critics" hasta llegar a mis manos, de Ontario a Canarias. Ya hace 50 años que esa estudiante de Letras decidió escribir sus datos en su libro, que ha acabado formando parte de mi biblioteca particular. Probablemente ésta sea la manera más prosaica que conozco de pervivir a través de la escritura, pues, esté donde esté, Marg, para mí, seguirá siendo siempre esa estudiante de Letras, aplicada, que a principios de los 60 se matriculó en la Queen´s University at Kingston.