domingo, 28 de abril de 2013

A los que aman

Para quienes no la conozcan, os invito a leer la bellísima, muy sensible y cercana poesía de José Ángel Buesa.

Poema del renunciamiento
 
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor, y al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte ... y jamás lo sabrás.
Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos ... y jamás lo sabrás.
Quizá pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca ... y jamás lo sabrás.
Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-el tormento infinito que te debo ocultar-
yo te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima... ¡y jamás lo sabrás!

sábado, 27 de abril de 2013

Naturaleza viva o Las flores del bien


Como me parece una descortesía hacia mis muchos lectores estar tanto tiempo sin publicar, ahí os dejo unas fotografías que muestran la belleza que nos rodea. Espero que os transmitan la paz que a mí me transmiten. (Ah, no están editadas. Y sí, las hice yo. Por eso no están muy bien encuadradas).

Una pequeña historia real: El tubérculo violeta se llama Jacinto. Lo encontré en Carrefour. Tenía el tallo torcido hasta el punto de que sus flores caían completamente sobre la superficie donde se hallaba. Pensé que, en ese estado, nadie lo querría y me dio pena. Por eso, decidí llevarlo conmigo a casa.

lunes, 15 de abril de 2013

La música del azar

"Diario de invierno" es el segundo libro de memorias de Paul Auster, marido de Siri Hustvedt, también escritora. Creo que el primero fue "El cuaderno rojo", pero no puedo asegurarlo.
Como su título deja entrever, su autor llega al invierno de su vida. Ya ha cumplido 64 años y decide reflexionar sobre ciertos momentos que considera importantes en ella. La muerte de su madre, algo de la de su padre, sus esposas (sólo tiene buenas palabras para la actual. Parece una relación perfecta), que se le rompió el preservativo con una de sus parejas, ella se quedó embarazada y decidieron que abortara, recuerdo que lo acompaña a menudo desde entonces. También hace referencia a sus hijos, a sus múltiples viajes, a sus dolencias (la descripción de su pene circuncidado y purulento tras pillar gonorrea es digna de no figurar en ningún libro. Pero a ello le suma la de las ladillas que también tuvo), las 21 viviendas en las que ha habitado (para mí, de lo mejor de esta obra irregular). Habla de la familia noruega de su esposa, de la importancia del azar (tantas muertes son producto de él: "cada vida está marcada por una serie de accidentes fallidos, [...] todo aquel que haya llegado a tu edad ha eludido una serie de posibles muertes absurdas y sin sentido", son palabras de Auster que están llenas de sensatez). Su madre le decía: "Qué hombre tan maravilloso sería tu padre... con que sólo fuera de otra manera". Y es cierto que en algunas personas vemos un potencial que nunca llega a cuajar. 
Resulta interesante leer estas reflexiones que parecen escritas sin pretender darles una determinada forma, como pequeños proyectos con un solo hilo conductor: el de los recuerdos. Eso es lo que puedo decir de este diario: que su lectura me ha interesado, sin llegar a ser cautivadora. Aunque probablemente vaya creciendo con el tiempo mi aprecio por él. Muchas de las semillas intelectuales que su autor ha plantado en mí aún pueden tardar en germinar.

domingo, 14 de abril de 2013

La broma infinita


Hace aproximadamente un mes, se estrenó en España la segunda película de Josh Radnor: "Amor y letras". La primera me dejó bastante frío, pese a las buenas críticas. Ésta me ha llegado por momentos. Os cuento la historia: Jesse Fisher, antiguo estudiante de letras, vuelve a su universidad para asistir a la fiesta en la que se rinde homenaje a uno de sus antiguos profesores porque éste se va a jubilar. Ahí conoce a una joven universitaria que se enamora de él. Bueno, ese es el punto de partida. Ello sirve para que Radnor, guionista, director y protagonista del film, divague sobre la madurez, o la inmadurez, de los treintañeros, el debate sobre cultura basura/cultura con letras mayúsculas, el amor intergeneracional, la pérdida de la ilusión, la amistad, la depresión, las ganas de vivir, lo fabulosos que son los años de estudiante,... Lo cual es desarrollado de manera imperfecta y egocéntrica por su director. Y es eso precisamente lo que más me ha gustado de "Amor y letras": que su autor ha hecho la película que él querría ver, sin miedo a los defectos. Por eso transmite vida.
Se trata de un film ligero, pequeño, pero agradable de ver.
Para quien no pille el título de esta entrada, es también el del libro favorito del protagonista. Uno de los personajes, depresivo, no para de releerlo y Jesse le recomienda que pare, que se relacione con gente, que viva. Porque, al fin y al cabo, su autor, David Foster Wallace, acabó suicidándose y no es un modelo a seguir. Vamos, que mejor no obsesionarse con nada o acabaremos respondiendo lo que otro de los personajes cuando le preguntan qué le ocurre, por qué está tan amargada. Ésta responde: "La vida, me pasó la vida". (Vaya entrada alegre me ha quedado).

miércoles, 3 de abril de 2013

Deseo de año nuevo tardío

La foto lo dice todo.


La ciudad y el pilar de sal

No voy a engañaros, hoy no hablaré sobre el clásico de Gore Vidal. Tan sólo ocurre que los libros de autoayuda me parecen tan aberrantes, que quiero compartir con quienes no lo conozcan un poema que es precisamente lo contrario de la autoayuda. Se trata de "La ciudad", de Kavafis:

Dijiste: "Iré a otra ciudad, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón - como un cadáver - sepultado.
Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí".
Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás
por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes-
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.