sábado, 30 de marzo de 2013

Al otro lado


Como éste es también un blog sobre fotografía y creo que ésta de la cementera de Arguineguín me ha quedado bonita, allá va. No se ve tan bien como querría, pero es que no soy un profesional. Tampoco lo es mi cámara.
Me llama la atención que esta inmensa mole pueda llegar a transmitir una cierta idea de belleza. Está ahí desde antes de que yo naciera y ahora parece que podrían cerrarla (cosas de la crisis), pero siempre formará parte de mis recuerdos de infancia. Absurdos recuerdos, que nos vuelven hermoso incluso aquello que quizás no lo ha sido.

lunes, 25 de marzo de 2013

Eclipse total



Hace unos años, se estrenó una película basada en una novela de Stephen King, cuyo título en inglés era "Dolores Claiborne", pero como al distribuidor no le parecía muy comercial, le dio por llamarla "Eclipse total", por lo que cuando se exhibió en España "Total Eclipse", de Agnieszka Holland, tuvieron que cambiarle el nombre. Aquí recibió el de "Vidas al límite".
Pero hoy hablaré de otra obra con ese mismo título: el último libro de Juan José Millás. Se trata de una selección de sus mejores reportajes publicados por El País, con prólogo plúmbeo de Ángel Gabilondo (recordemos que el ex-ministro ha sido profesor de asignaturas tan entretenidas como son Metafísica, Hermenéutica y Teorías de la Retórica y Pensamiento Francés Contemporáneo. Como diría Joaquín Reyes: "Todas ellas con mucha salida"). Estos reportajes, casi en su mayoría, consisten en realizar una "sombra", o sea, un seguimiento del día a día de una persona, que puede ser un ama de casa (su hijo es hiperactivo y tiene déficit de atención), Penélope Cruz en su barrio con su madre, un sordo-ciego, Pasqual Maragall y su fundación de lucha contra el Alzheimer,... Pero también puede tratarse de las víctimas de la guerra en Sierra Leona o del Japón post-Fukushima, en cuyo caso, más que ante una "sombra", nos encontramos ante un fresco. Se trata sobre todo de acercarnos a estas vidas al límite de personas cuya jornada supone un reto. Se trata de recordarnos las situaciones por las que atraviesan esas personas. El problema es que básicamente es eso: un recordatorio. Porque el reportaje sobre Penélope Cruz recuerda a otros que le han hecho (incluso los del programa "60 minutes" de ABC la han acompañado a Vallecas); el de Sierra Leona es muy parecido a lo que cuenta la película "Rebelle", nominada este año al Oscar a mejor película de habla no inglesa; el de Pasqual Maragall cuenta lo mismo que el documental "Cuchara, manzana, bicicleta"; y así con todos. Hay algunas novedades, por supuesto, pero no las suficientes. Además, da la impresión de que no hubiera un trabajo de investigación, sino de recolección de datos sin criterio. Cuando una organización aporta una información, no parece contrastada por el autor. 
En suma, no se trata de un mal libro, pero sí de una obra redundante.

domingo, 24 de marzo de 2013

Antes de la boda

Más que una crítica a la última película de la directora danesa Susanne Bier, esta es una petición: Ya has perpetrado varios intentos de comedia romántica, querida Susana, y has demostrado tu absoluta incompetencia en ese terreno. En cambio, los dramones te salen para chuparse los dedos. ¿Por qué no eres buena y te dedicas a lo tuyo?
Y es que la misma cineasta que nos desasosegó con la impactante "Hermanos"; la que nos acercó al mundo infantil y nos mostró que no todo es color de rosa en él con "En un mundo mejor"; la que formó parte del movimiento "Dogma 95" de manera destacada con "Te quiero para siempre", también hace comedias. Mejor dicho, presuntas comedias o comedias chungas. Probablemente, nos encontremos ante una de las peores: "Amor es todo lo que necesitas". La cuento por encima, a ver qué os parece. Comienzo diciendo que el protagonista es Pierce Brosnan (y pensar que, pese a todo, no es lo peor de la película). Otro dato destacable es que, para darle un punto ligero, los colores están saturadísimos. Llegan incluso a dar un tono azul casi eléctrico al mar, sin percatarse de que el blanco de un crucero que se ve a lo lejos aparece también teñido de azul. Supongo que a nadie le importaba lo que hacían.
Pues, a lo que iba: Una peluquera se está recuperando de un cáncer (de hecho, el título original del film es "La peluquera calva"). Cuando llega a su casa de una revisión, se encuentra a su marido con otra mucho más joven que ella (sí, a mí también me cruzó por la cabeza la expresión "Hay que ser hijo de puta"). Esto ocurre justo el día antes de que el matrimonio tuviera que viajar de Dinamarca a un lugar idílico en la costa italiana para asistir a la boda de su hija. No dejan de hacerlo, pero por separado. En el aeropuerto, ella choca su coche con el del padre del novio de su hija y, a partir de ahí, todo son felices coincidencias. No diré más, porque sería estropear el final a los que no hayan visto el cartel de la película o tan siquiera la fotografía que ilustra esta entrada. (Vamos, chicos, no es tan difícil adivinar cómo acaba la película, que el guionista puso el piloto automático).
Para terminar el comentario a esta infamia en la carrera de Susanne Bier, animo a que veáis sólo sus melodramas. Aunque no lo parezca por este experimento pop tan comercial como frustrante, es una de las grandes directoras del cine actual.

P.D.: Por si es necesaria la aclaración, lo de "Antes de la boda" va porque Susana tiene una película titulada "Después de la boda" que fue candidata al Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2007. Aunque yo prefiero "Cosas que perdimos en el fuego", su única experiencia estadounidense hasta que este año estrene "Serena".

lunes, 18 de marzo de 2013

Volare

     
    Allá van dos fotos injustificables. Sólo puedo decir que ya llevaba días sin publicar y tenía morriña. Las 2 son un poco extraterrestres y demuestran mi patológica tendencia a editar. Espero que después de esta entrada, que no titulo "Crónicas marcianas" por si tengo algún lector con cierta incultura y piensa que me refiero al programa de Sardá, mi casa no se convierta en lugar de peregrinación de ufólogos. (Mi miedo, realmente, era que Carmen de Mairena e Íker Jiménez se presentaran a mi puerta cogiditos de la mano y llenos de ilusión. La mera imagen me provoca pesadillas. Bueno, me provoca, a secas).


miércoles, 13 de marzo de 2013

Habemus Papam


Como no nos bastaba con uno, parió la abuela.
(La foto es de una visita de Benedicto, el emérito, a Barcelona).


Esa cara lo dice todo.Yo apostaba por Michel Piccoli, para que luego renunciara.

La mujer del cuadro


Una mujer pinta un lienzo ante un cuadro de Brueguel, tan sólo fijando su atención en uno de los muchos personajes que lo pueblan: otra mujer a la que, como a ella misma, le falta una pierna, la contraria de la suya, como si se tratara del reflejo que ofrecería un espejo. Podría haber posado su mirada sobre el resto de personajes. Podría haber analizado lo que hacen, cómo son, lo que son individualmente, cómo interactúan,... Así tendría una visión de conjunto que contara una historia.
João Ricardo Pedro parece adoptar ésta última postura en su primera novela, "Tu rostro será el último", dividida en siete partes, subdivididas a su vez en pequeños relatos con títulos alusivos a lo que cuentan, anécdotas o retazos de vida, que acaban componiendo un libro en el que se desarrolla la historia de una familia, desde el abuelo, médico que se instala en un pequeño pueblo luso con nombre de mamífero, hasta el nieto, dotado de un don para la música, que deja de tocar porque entrevé en las notas que salen de su piano muerte y soledad.
De João Ricardo Pedro, hemos oído y leído que era un ingeniero en paro que decidió ocupar su tiempo en la escritura de una novela. Que la presentó al Premio LeYa en la edición de 2011. Que ganó y se convirtió en un fenómeno editorial en Portugal. Reducir al autor de "Tu rostro será el último" a esta anécdota sería una torpeza. Y es que João Ricardo Pedro es mucho más que un simple estereotipo usado por el marketing. También es un gran escritor y su novela es una de las mejores que he leído. Imposible hacerle justicia con palabras.

domingo, 10 de marzo de 2013

Tan lejos, tan cerca


Ya pasaron los Goya y pasaron los Oscar. Incluso, pasó el Día de la Mujer. Pero, como hace no mucho vi "Hitchcock", que habla de la importancia de Alma en la obra del llamado "genio del suspense", me ha llamado la atención que tanto en una gala como en la otra se premiara a directores con esposas asiáticas. Está clara la aportación de la mujer de Pablo Berger a su obra. En cambio, la de Ang Lee no creo que esté aportando gran cosa. La cara de pánfila no ayuda a que la tenga en alguna estima. (Después de calificar su cara, todos habéis mirado la foto de la derecha. Admitidlo. Pues, habéis acertado. Es ella). Como dije hace unas cuantas entradas, "La vida de Pi" me parece un horror.
En cualquier caso, prefiero que el cine español, si tiene que parecerse a alguno, sea al asiático.

miércoles, 6 de marzo de 2013


Contrariamente a lo que pueda parecer, esta entrada no hace referencia a la película chilena que este año optó al Oscar como mejor película de habla no inglesa (que recomiendo a mis lectores), sino que viene a constatar con tan solo una imagen la negativa de mi gata a someterse a más sesiones fotográficas. Aquí está la prueba: cierra los ojos a cada intento mío. Mira que le he leído las muchas peticiones recibidas, pero se mantiene en sus trece. Dice que no quiere adueñarse del blog. Así que, lo siento, chicos. Trataré de complaceros respecto a cualquier otro requerimiento.

Ese oscuro objeto del deseo

En más de una ocasión me ha asaltado una sensación, la del abismo que existe entre mi vida y la de los otros. En particular, al pararme a observar alguna casa y preguntarme por lo que estaría ocurriendo en ella. Es todo un misterio que nunca podré desentrañar. Sólo en una obra de ficción, o si uno tiene serios problemas mentales, alguien podría atreverse a introducirse en ese ámbito vedado con el único interés de saber más. Sólo autores con fuertes inquietudes intelectuales se atreven a crear una obra que hable de algo tan peregrino.
François Ozon, director irregular, pero siempre interesante, adapta libremente la obra "El chico de la última fila", del madrileño Juan Mayorga, en su última y, probablemente, mejor película: "En la casa". Nos encontramos ante un film con múltiples referentes y lecturas, que se plantea preguntas y se las plantea al espectador. Clara es la referencia a "Teorema", de Pasolini, con ese objeto de deseo que desestabiliza el hogar en que entra. También, aunque no se nombre, "La ventana indiscreta", de Hitchcock, y su carga de intriga, son evocadas en esta obra perfecta.
La historia que cuenta es sencilla: Un profesor de lengua, desalentado por la mediocridad de sus alumnos, les pide que escriban un pequeño relato sobre lo que han hecho el fin de semana. Uno de dichos relatos destaca por la madurez que refleja, y a la vez por su carga de cinismo, muy en la línea de Céline ("Viaje al fin de la noche" aparece fugazmente entre las lecturas del profesor). El texto termina con un "Continuará...". Y continúa peligrosamente.
¿Ante qué nos encontramos? ¿Es ésta una relación mentor-alumno? ¿O se trata de una atracción que va más allá? Y, si va más allá, ¿las conotaciones son sexuales o paterno-filiales? En todo caso, la película nos habla de la creación literaria, de la metaficción, de las frustraciones vitales, del mundo que se esconde más allá de nuestras narices, de cómo hay quienes miran al abismo y no pueden evitar tirarse.

lunes, 4 de marzo de 2013

Un gato en París




Por si a alguien le parece que estoy publicando demasiadas fotos privadas, es que se trata de un blog dedicado a la literatura, el cine y mis fotazas.
 
Las figuras son regalos que he hecho a mi madre. Son muy recurridas.
(Ah, la peli a la que hace alusión el título de la entrada no está mal).

Parecidos razonables


¿Soy yo el único que piensa que estas dos preciosidades posan igual? Vaya forma de mirar a la cámara.

La cena


Resulta imposible ver "El nombre" sin recordar su precedente más reciente: "Un dios salvaje". Y es que nos encontramos ante una película basada, y se nota, en una obra de teatro que transcurre casi enteramente en un solo espacio, el piso de Élizabeth y Pierre, que han invitado a cenar al hermano de ésta, Vincent, a su mujer y a un tercero que guarda un as en la manga: no es tan anodino como parecía. Vincent va a ser padre y anuncia el nombre de su futuro hijo mientras esperan que llegue su esposa. El nombre es Adolphe. Quizás demasiado similar a Adolf. El resto de los presentes, intelectuales de clase media, no pueden admitir que se marque a un niño con ese nombre: se trata de un insulto a las víctimas del Holocausto, una ofensa a la Resistencia. Imposible.
Así da comienzo una cena plagada de equívocos, con unos diálogos ágiles, divertidos, ingeniosos, cultos,... En medio de las discusiones, los protagonistas comienzan digresiones sobre el significado de una palabra mal empleada, cosa que parecería absurdo, pero que yo mismo he vivido. Y no por ello deja de serlo. (Quizás sea ése el momento en el que debamos darnos cuenta de que la disputa se ha vuelto banal, pero aún así, no paramos. Está claro que los psicólogos tienen mucho trabajo que hacer con las clases medias con pretenciones intelectuales y, en general, con la especie toda).
Los intérpretes están soberbios. Tan creíbles, tan intensos. La dirección se nota cuando debe notarse. La voz en off aparece al principio y al final, tan sólo cuando resulta imprescindible. Casi no hay música y no se echa en falta.
No soy un amante de la comedia francesa, pues suele ser chavacana y aburrida. Pero cuando aparece una comedia inteligente como ésta o como "Los nombres del amor", no puedo hacer otra cosa que recomendarlas fervorosamente. Olvídense de los prejuicios. Seguro que se divertirán y que, en algunas situaciones, se verán reflejados.

sábado, 2 de marzo de 2013

Por petición popular


Vaya, parece que a mis lectores les interesa más ver fotos de gatitos, que leer sobre literatura y cine. Si no, no me explico que tantos de ellos hayan pedido volver a ver a esta hermosura. Allá va. Pero esta es la última. Tiene muchas cosas que hacer como para estar posando todos los días.