martes, 29 de abril de 2014

Ensayo sobre la identidad

Imaginemos que somos un profesor de Historia con una existencia anodina, divorciado, con una pareja a la que no sabemos si queremos, porque, en realidad, no tenemos claro nada sobre nuestra vida, que además se ha convertido en un marasmo del que no conseguimos salir. Imaginemos que un día, al vernos cabizbajo, un compañero de trabajo nos recomienda distracción, que veamos una película que nos aparte de nuestras cuitas. ¿Cuál, por ejemplo?, le preguntaremos. Nos recomendará una que al parecer no es buena, pero que cumplirá su función de entretenernos. Supuestamente. La película, al fin, nos deja tal como estábamos. No comprendemos cómo ha podido creer nuestro compañero que así se iba a solucionar el problema que tenemos. Pero, no, no puede ser. De repente reparamos en que uno de los actores, uno secundario, casi un figurante, es idéntico a nosotros. Y en ese preciso instante una obsesión se apodera de nuestro cerebro (aclaremos, para quienes no hayan leído nunca la definición que hemos creado sobre la marcha, que las obsesiones son esa fuerza que nos arrastra a hacer realidad nuestro destino, a pesar de los buenos consejos del sentido común): Hemos de encontrar a ese ser que es exacto a nosotros. Hemos de confrontarlo.
Ése es el punto de partida de "El hombre duplicado", de José Saramago. Novela que ya tiene unos años y que ha sido magníficamente adaptada al cine recientemente con el título de "Enemy". Tan magníficamente que el visionado de la película resulta una experiencia complementaria y enriquecedora de la lectura del libro.
Como es habitual en las obras de Saramago, su autor nos habla en condicional respecto a situaciones kafkianas: ¿Y si surgiera una enfermedad que dejara ciega a la Humanidad?, ¿y si la muerte decidiera dejar de trabajar?, ¿y si las personas se abstuviesen de votar?,... A esas premisas convertidas en parábolas, se añade, en este caso, según interpreto, una que trata de denunciar la deshumanización de la sociedad moderna, masificada en megalópolis, globalizadora, que nos vuelve a todos iguales, individuos sin identidad, o cuya identidad es intercambiable, hormigas que se mueven de un lado a otro, en medio de un marasmo que apenas comprendemos.
Por supuesto nos encontramos nuevamente con las constantes a la hora de narrar de su autor: Oral y discursivo, sin signos de interrogación o exclamación, con los diálogos integrados en la acción tan solo mediante la separación de una coma, el uso de las variaciones sobre una misma cuestión y la repetición casi machacona de los nombres de los personajes (que yo recuerde, esto último únicamente no ocurría en "Todos los nombres", cuyo protagonista permanecía en el anonimato a lo largo de todo el libro).
Quizás sea por la universalidad del tema sobre el que trata la novela, por la profundidad alcanzada en su desarrollo o por el genio de Saramago, siempre comprometido con el arte y con el individuo, pero el caso es que mientras leía "El hombre duplicado" sentía que me encontraba ante un texto de esos que pasan a la Historia de la Literatura, en el que la palabra pesa como una piedra que su autor ha colocado para que perdure en el tiempo.

martes, 22 de abril de 2014

Coleccionando simetrías V: El Doppelgänger

No diré que el caso del Doppelgänger (respeto la mayúscula propia de los sustantivos en alemán) haya sido suficientemente tratado en la Literatura. Pero sí algo. Es digna de mención la famosa frase de Strindberg: "El que ve a su doble es que va a morir". Inquietante, ¿verdad?
Se dice que de todos existe una copia en algún lugar del planeta. Incluso, que si no existe en la actualidad, ha existido en el pasado o existirá en el futuro. Si ello fuera así, ésta supondría probablemente la forma de simetría más preocupante que cabe imaginar: ¿Qué podría estar haciendo nuestro doble en nuestro nombre y qué consecuencias resultarían de sus actos?
Digo esto a modo de introducción de las últimas citas sobre casualidades o coincidencias que he añadido a mi colección:

"Suponiendo que haya una persona que es una copia tuya, o tú una copia suya, y por lo visto la hay, no tienes ninguna obligación de ir a buscarla, ese tipo existe y tú no lo sabías, existes tú y él no lo sabe, nunca os visteis, nunca os cruzasteis en la calle, lo mejor que puedes hacer es, Y si me lo encuentro un día de éstos, si me cruzo con él en la calle, interrumpió Tertuliano Máximo Afonso, Vuelves la cara hacia otro lado, ni te he visto ni te conozco, Y si él se dirige a mí, Con que tenga un ápice de sensatez hará lo mismo".

"Es difícil considerar extraña a una persona que es igual que yo".

"Tertuliano Máximo Afonso no consigue escapar a la idea de que tantas casualidades y coincidencias juntas pueden muy bien corresponder a un plan por el momento inescrutable, pero cuyo desarrollo y desenlace ciertamente ya se encuentran determinados en las tablas en que el dicho Destino [...] apuntó, en el principio de los tiempos, la fecha en que caerá el primer cabello de la cabeza y la fecha en que se apagará la última sonrisa de la boca".

La cita con la que pongo fin a esta entrada parece dirigida a mí:

"Sigo pensando que tienes que acabar con esta maldita historia de sosias, gemelos y duplicados".

Al igual que la réplica se asemeja a lo que yo podría contestar:

"Tal vez, pero no lo consigo, es más fuerte que yo".

Todas estas frases forman parte de "El hombre duplicado", de José Saramago.

P. S.: Hablando de dobles, ¿qué otra cosa son las manos y los pies, sino reflejos semiespeculares? He ahí la razón de que publique una foto como la presente para ilustrar este texto. La hice yo, por supuesto.

domingo, 20 de abril de 2014

Regalando vida



Cada dos por tres, al reseñar algún libro, os digo que se trata de un obsequio que he recibido. Ya casi tengo complejo de pedigüeño (seguro que mis amigos leen en mi mirada una necesidad insaciable y desmedida y tratan de satisfacer este vicio solitario que padezco:  la bibliofagia) . Pero no os dejéis llevar por las apariencias. Aquí tenéis una prueba que las refuta: La foto que publico muestra dos novelas que regalé en noviembre. Porque sí, lo confieso, yo también regalo libros.
 Aaliya, la protagonista de "La mujer de papel", de Rabih Alameddine, dice: "la literatura me da vida". Cuando regalo un libro, si no vida, al menos espero estar transmitiendo la misma ilusión que yo siento cuando recibo uno.

P. S.: ¡Qué difícil es fotografiar libros sin que el resultado sea plano! Espero haberlo conseguido. (Por un lado, un chico con la boca tapada. Por otro, un sermón. Me gusta el contraste entre ambas imágenes).

lunes, 14 de abril de 2014

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos


Hay actrices con miradas poderosas, magnéticas, cuya fuerza hace que cada fotograma de las películas en las que aparecen cobre significado. Es algo que les ocurre a Najwa Nimri, a Laura Morante, a Paulina García,... En "Miel", nos reencontramos con una de esas actrices de mirada inolvidable: Jasmine Trinca, a la que ya vimos en "La habitación del hijo", "La mejor juventud", "Manual de  amor", "Romanzo criminale", "El caimán" y "Casa de tolerancia", por nombrar sus mejores filmes. Su rostro, algo andrógino, resulta duro e inocente a la vez, características necesarias para componer su personaje, el de una antigua estudiante de medicina (sólo cursó dos años, lo justo para haber adquirido ciertos conocimientos), que ayuda a morir a enfermos terminales o en un estado que convierte sus vidas en algo que ya no consideran vida. La suya es una labor clandestina, de ahí que use un pseudónimo: Miel. Y es que Irene, pues  ese es su nombre real, trata de endulzar los últimos momentos de sus clientes. (Resulta tan convincente, que yo mismo no dudaría en contratarla si me viera en el trance por el que ellos pasan).
Miel nunca se ha planteado éticamente lo que hace, hasta que se encuentra con alguien que rompe las reglas que ella se ha marcado. Lo cual supone un punto de inflexión y el comienzo de una relación inusitada que la hará evolucionar interiormente.
Valeria Golino dirige una película de tono intimista, cercano, sensorial, en la que destacan el uso balsámico de la música y una fotografía discreta, pero muy cuidada (la imagen que ilustra esta entrada está editada, pero deja patente la capacidad de la directora a la hora de conseguir encuadres de una plasticidad orgánica, por momentos lindante con lo pictórico). Una película que nos hace pensar, que nos plantea la torpeza inherente a cualquier dogma sobre la eutanasia y, en realidad, respecto a cualquier cuestión controvertida, puesto que, precisamente, el dogmatismo y el pensamiento son conceptos antagónicos.
Tanto en Italia, como en España, "Miel" ha pasado más bien inadvertida. No lo merecía.

P. S.: Ya sé que sobra aclararlo, pero lo haré: El título de esta entrada, por supuesto, es el mismo que el del famoso poema de Pavese. Para aquellos que no lo conozcan (probablemente, nadie), lo adjunto a continuación:

 "Verrà la morte e avrà i tuoi occhi-
questa morte che ci accompagna
dal mattino alla sera, insonne,
sorda, come un vecchio rimorso
o un vizio assurdo. I tuoi occhi
saranno una vana parola
un grido taciuto, un silenzio.
Così li vedi ogni mattina
quando su te sola ti pieghi
nello specchio. O cara speranza,
quel giorno sapremo anche noi
che sei la vita e sei il nulla.

Per tutti la morte ha uno sguardo.
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi.
Sarà come smettere un vizio,
come vedere nello specchio
riemergere un viso morto,
come ascoltare un labbro chiuso.
Scenderemo nel gorgo muti."

O sea,

"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos,
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un remordimiento
viejo o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito apagado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas hacia ti
en el espejo. Oh ansiada esperanza
ese día, también nosotros,
sabremos que eres la vida y la nada.
Para todos, la muerte tiene una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como en el fondo del espejo
ver resurgir un rostro muerto,
como escuchar un labio mudo.
Callados bajaremos al vacío."

 En italiano suena mejor. Es mejor. Pero yo soy de los que necesitan las versiones bilingües.

miércoles, 9 de abril de 2014

Kolkata o la insoportable levedad del ser

Hace una semana o así, me pasé por mi librería de confianza con la sana intención de surtirme de libros para algún día poder nadar entre ellos (Francisco Umbral tiraba a su piscina los que le parecían infumables. En cambio, yo sueño con  llenar una con lo mejorcito de la literatura y hacerme unos largos). El caso es que llamó mi atención una faja: La de "La hondonada", de Jhumpa Lahiri, que rezaba lo siguiente: "Novela finalista de los premios Booker y National Book Award" (sic). El caso es que, cegado por el brillo de esas palabras, no pude evitar adquirirlo.
Os resumo la historia (espero que mejor de lo que lo hace la editorial Salamandra en la contraportada, pues, supongo que con la finalidad de no desvelar demasiado sobre el argumento, nos deja con la impresión de que éste va a ir por unos derroteros distintos a los que realmente toma): Calcuta, años 50. Dos hermanos inseparables, Subhash, el mayor, y Udayan, el pequeño, residen en un barrio humilde, a un tiro de piedra de un club de golf en el que nunca podrían permitirse entrar. Pasan los años y Subhash se va a estudiar a EEUU, mientras que Udayan se compromete políticamente con un partido maoísta de inspiración naxalita (la autora dedica algunas páginas a explicar en qué consistió dicho movimiento terrorista) y acaba siendo asesinado por la policía tras participar en un atentado. A partir de ahí comienza realmente la novela y acaban los tópicos.
El título del libro hace referencia a una hondonada, cercana a la casa de los hermanos, que se encuentra entre dos lagunas, en la que Udayan se oculta para evitar que lo encuentre la policía tras el atentado. Pero en realidad nos habla del vacío que provoca su muerte, ése que nadie podrá llenar jamás y que convierte a su hermano mayor en un recordatorio constante de su pérdida. La existencia del resto de los personajes girará a partir de entonces en torno a esa especie de agujero negro que lo vuelve todo silencio.  Pues ésa es la opción que adoptan: No enfrentarse a la situación, no afrontar el problema, callar y sufrir. La mejor postura si uno no tiene intención de construir un futuro. El problema de quienes se deciden por el silencio es que se arruinan la vida y se la arruinan a quienes intentan mantenerse a su lado y ayudarles. En el día a día, esta solución me provoca rechazo, pero la considero enriquecedora a la hora de desarrollar una historia. Por poco habitual en la literatura, porque supone transitar por terrenos alejados del sentimentalismo, porque insinúa el dolor sin mostrarlo de manera lacrimógena.  Por esa razón, Lahiri parece una escritora un tanto árida, hasta que notas cómo van calando los personajes en tu interior. Percibes el ambiente en que se mueven y ese presente continuo de pesar en el que parecen instalados, que los paraliza, manteniéndolos en suspenso. Y sientes la pausa, el vacío en el que  viven: La hondonada.

P. S.: Petición para quienes dirigen la editorial Salamandra: Por favor, contratad a alguien que revise los textos. Tantas erratas transmiten la impresión de un trabajo poco riguroso.