domingo, 26 de febrero de 2017

Yo es que no sé bailar o mi predicción para esta madrugada

Quien haya visto el cortometraje "Timecode", nominado al Oscar, habrá pillado el guiño del título de esta entrada anual. Quien no lo haya hecho, que deje de leer.  Aún le quedan deberes antes de que empiece la gala de esta noche.
Tras esta presentación, cojo mi bola de cristal, esa que, como todas, siempre falla, y os hago mis predicciones comentadas:

Mejor película: Pocos dudan de que ganará La La Land. Prefiero Manchester frente al mar y La llegada (verdadero cine de ciencia ficción, esta última), pero yo no formo parte de la Academia.

Mejor director: Damien Chazelle. Tampoco en este caso temo equivocarme. Y se lo merecería. No es Whipplash, pero solo un fanático anti-musicales se atrevería a negar sus dotes en este campo.

Mejor actriz: Natalie Portman. Esta es una de las imágenes más borrosas que presenta mi bola de cristal. El viento parece soplar en favor de Emma Stone. Yo le daría todos los premios a Isabelle Huppert, a cuya excentricidad dediqué una entrada hace tiempo, pero me conformo con que Ruth Negga se vaya a casa de vacío.  

Mejor actor: Mi favorito es Casey Affleck, aunque me bastaría con que no se lo dieran a Andrew Garfield, ese palo seco y poco expresivo que fue una vez a El Hormiguero. Denzel Washington está magnífico, pero su personaje me resultó tan despreciable, que me cuesta apoyar su candidatura.

Mejor actriz secundaria: Viola Davis. Aunque su personaje es tan protagonista como el de Denzel Washington. Si no gana ella, por favor, que lo haga Michelle Williams. Ambas lloran con convicción. La primera incluso con mocazos. Creo recordar que hasta se los traga y eso merece todos los premios y una bolsa para que el público vomite al verlo.

Mejor actor secundario: Mahershala Ali. Su interpretación es uno de los grandes atractivos de Moonlight. Ese cicerone de la vida para el protagonista, tan paternal, cautiva desde el primer momento.

Mejor guión original: Mi bola de cristal parece el Londres contaminado de diciembre de 1952. No consigo ver nada. Mis favoritas son 20th Century Women y Langosta, pero diré que gana Manchester frente al mar.

Mejor guión adaptado: Moonlight. Sería un premio justo. Lo mismo que si recayera en La llegada.

Mejor película de habla no inglesa: Toni Erdman. En esta categoría, me sobra Tanna. Pero me sobra de aquí a Lima. Y me faltan Elle, Julieta, El ciudadano ilustre, Solo el fin del mundo, Fuego en el mar y unas cuantas más.

Mejor película de animación: Zootrópolis. Dignísima revisión del cine negro de los años 40, con un humor eficaz. Pensar que obras tan maduras y atrevidas como La tortuga roja o Mi vida de Calabacín podrían ganar equivaldría a ser un iluso.

Mejor banda sonora: La ciudad de las estrellas. Es de esas que te acompañan durante mucho tiempo después de haber visto la película. Más si en todos lados la repiten de manera machacona. Resulta meritorio que aún no la odie, de tanto como la han trillado.

Mejor canción: City of Stars, de La La land. Maravillosa. Mientras no gane la plasta que canta Sting en el documental sobre el periodista James Foley, seguiré confiando en el muy desafortunado criterio de los miembros de la Academia.

Mejor fotografía: La La Land (sé que en España se llama La ciudad de las estrellas, pero nadie la llama por su nombre). 

Mejor montaje: La La Land. Esta es una de esas candidaturas en las que dudo. Pero hay que elegir.

Mejor diseño de producción: La La Land. Es la única categoría en la que está nominada ¡Ave, César!, que, contrariamente a lo que ha ocurrido a gran parte de la crítica, me encantó y me volvió aún más fan de Alden Ehrenreich.

Mejor diseño de vestuario: La La Land. Pese a la magnífica competencia, en esta película el vestuario parece un personaje más. Tiene vida.

Mejor maquillaje y peluquería: Star Trek: Más allá. Probablemente una de las mayores bazofias estrenadas el año pasado, pero había que elegir. Mi favorita es la película sueca Un hombre llamado Ove. Será el segundo Oscar que pierdan sus encargados, después de ser también nominados por el maquillaje y la peluquería de El abuelo que saltó por la ventana y se largó.

Mejores efectos especiales: El libro de la selva. Me parecieron inevitablemente obvios. Mi favorita es Marea negra, impecable en este apartado.

Mejor sonido: La La Land. No tengo ni idea de cuál ganará y mi bola se ha atascado.

Mejores efectos sonoros: La La Land. Mi olfato suele ser malo en los apartados técnicos.

Mejor cortometraje de animación: Piper. Es mi favorito. Y no solo porque no haya visto ninguno de aquellos con los que compite. Aunque puede que eso influya.

Mejor largometraje documental: O.J: Made in America. Pongo en duda que sea una película. Esto es una serie de cinco capítulos, coño. Pero una pedazo de serie. Si alguien dudaba de que el juicio a O. J. Simpson fue injusto, los invito a escuchar como a una miembro del jurado, una anciana insultable, penosa y prejuiciosa, confiesa descaradamente que votó en favor de declararlo inocente como respuesta y en venganza por la paliza que policías de Los Angeles habían propinado a Rodney King. Cualquiera de los documentales nominados merece el Oscar. No tengo favorito.

Mejor corto documental: The White Helmets. Si alguien cree que tengo la más remota idea de cuál ganará, es que ha bebido tanto como el equipo de La reina de África durante su rodaje.

Mejor corto de ficción: Timecode. No es que sea un patriota (prueba de ello es que no tengo una cuenta en Suiza), si no que es el único cortometraje que he visto de los nominados.

Y publico ya, porque sé que muchos lectores están desesperados por leer esta entrada y me han dicho que, cada minuto que pasa sin que lo haga, muere un gatito.

domingo, 28 de febrero de 2016

Un año más... los Oscar


Lo sé, este último año he sido malo. He tenido desatendida a mi legión de lectores y, a falta de un acontecimiento de mayor nivel, ha tenido que llegar la gala de los Oscar para que me dignara aparecer por aquí. 
Hecho este acto de contricción o mea culpa (siempre me ha provocado una sonrisa eso de mear culpa), paso a opinar sobre la polémica del año: El boicot a estos premios, dada la falta de presencia de personas de raza negra entre los candidatos. Más que una opinión, va a ser un acto: Yo voy a ver la gala. Se pongan como se pongan Spike Lee y la familia Smith. No recuerdo haber oído al director de "Malcom X" ni al Príncipe de Bel Air quejarse de la falta de mujeres en la categoría de mejor dirección cuando ellos fueron nominados. 
Así pues, hipnotizado por la mirada gatuna que ilustra esta entrada, y espero que inspirado por ella, paso a hacer mi pronóstico sobre cuáles serán los ganadores de este año. Sobra decir que suelo equivocarme.

Mejor película: El renacido. Quizás se pase de virtuoso el señor Iñárritu y algunas de sus escenas rocen lo místico-vergonzoso (Santa Teresa de Ávila se sonrojaría ante ellas), pero he de confesar que me gustó mucho y es también mi preferida.

Mejor director: Alejandro González Inárritu. Su mayor hándicap es que sería su segunda estatuilla consecutiva, pero un empeño como el suyo en llevar a cabo una película como "El renacido" debería tener su recompensa.

Mejor actriz: Brie Larson, la cual me provoca rechazo desde que la vi por primera vez en "United States of Tara". Mi favorita es Charlotte Rampling, que está soberbia en "45 años", pero me basta con que no gane Jennifer Lawrence por su insulso papel en "Joy" (hay que joderse, dedicar más de dos horas de película y 60 millones de dólares a la historia de superación de la reina de la tele tienda estadounidense. Pero bueno, esta chica se saca un moco y también la nominan).

Mejor actor: Leonardo DiCaprio. Cualquiera que haya visto "El renacido" comprenderá por qué es mi favorito. Me ahorro también mis razones para esperar que no gane Eddie "mil muecas por segundo" Redmayne. 

Mejor actriz secundaria: Jennifer Jason Lee. Lo sé, a estas alturas la favorita es Kate Winslet, que también está magnífica, pero disfruté tanto con esa sufrida asesina que Kurt Russell tiene que entregar a la Justicia en "Los odiosos ocho", que me decanto por ella. Que quede claro que solo considero actriz de reparto en esta categoría a Rachel Adams. Y quizás a la Winslet. El resto sale en casi todas las escenas de sus respectivas películas.

Mejor actor secundario: Mark Rylance. Me corto las manos antes de escribir que ganará Rocky. Mi favorito es Mark Ruffalo, creíble hasta cuando hace de Hulk. (Bueno, al menos más que Stallolle en cualquiera de sus más de 70 películas).

Mejor guión original: Ante la dificultad para elegir y la notable calidad de los nominados, opto por nombrar mi favorita como ganadora: Spotlight.

Mejor guión adaptado: La gran apuesta. Es la que menos me gusta. Incluso siento rechazo hacia este pséudo-lobo-de-Wall-Street. Mi favorita es "Carol", seguida muy de cerca por "Brooklyn". 

Mejor película de habla no inglesa: El hijo de Saúl. ¿Cómo va a perder un drama sobre el Holocausto que transcurre en el campo de exterminio de Auschwitz? "Mustang" también me pareció luminosa, a pesar de la historia que cuenta. Y estoy deseando ver "El abrazo de la serpiente". En mi opinión, la peor es "Krigen".

Mejor película de animación: Del revés. Lo tiene difícil la mucho más atrevida y pesimista "Anomalisa" (de por sí, que una película de animación en la que el protagonista practica un cunilingus sea nominada, es un mérito).

Mejor banda sonora: Los odiosos ocho. Supongo que la admiración hacia un clásico como Ennio Morricone hará que gane, pero, de lejos, mi favorita es "Carol". Resulta difícil imaginar esa película sin la delicada y elegante banda sonora compuesta por Carter Burwell.

Mejor canción: The hunting ground. Tanto el documental como la canción me parecen notables, pero creo que en "Racing Extinction" se hace un mejor uso de la canción nominada. En ese caso, "Manta Ray", de la también boicoteadora de la gala Anohni, anteriormente conocida como Antony Hegarty, de Antony and the Johnsons. Anohni (vaya nombre más horroroso. Ya podría haberse puesto María de los Pilares) boicotea porque no la han invitado a cantar en la gala, según ella por desconocida y transgénero. Bueno, y porque "Racing..." trata un tema que no interesa a algunos lobbies. Mejor, no vaya a ser que le den el Oscar y la Coixet le haya impartido clases sobre cómo aceptarlo.

Mejor fotografía: El renacido. Probablemente esta sea la categoría, junto a la de película de animación y de habla no inglesa, en la que más cantado esté el premio. Salvo por las escenas sonrojantes de flash-backs, esta es mi favorita.

Mejor montaje: Ya empezamos con las categorías difíciles. Opto por Mad Max: Furia en la carretera. Pero, vamos, como podría haber elegido cualquier otra.

Mejor dirección artística: La chica danesa. Es cierto que me pareció algo acartonada, cosa habitual en el cine de Tom Hooper, pero, salvo "Mad Max: Furia en la carretera", dudo que otra tenga más posibilidades.

Mejor vestuario: La chica danesa. No sé si Paco Delgado es el mejor en su categoría, pero la otra nominada más destacada, Sandy Powell, está doblemente nominada. Que se contente con ello. (Y con los tres oscar que ya ha ganado y sus anteriores 10 nominaciones).

Mejor maquillaje y peluquería: Mad Max: Furia en la carretera. La verdad es que esta categoría me importa tanto como qué equipo ganó la liga de cricket india.

Mejores efectos especiales: Como diría Jacques Rivette, va savoir. Pero, ya que estamos, El renacido. Básicamente por la escena del oso.

Mejor sonido: Uy, la selección india de cricket ganó la Copa del Mundo en 2007. Qué interesante. Así que diré que Mad Max: Furia en la carretera.

Mejores efectos sonoros: Supongo que Jacques Rivette murió justo un mes antes de la gala para no tener que predecir a quién concederán esta estatuilla. Digamos que Mad Max: Furia en la carretera.

Mejor cortometraje de animación: World of Tomorrow. 

Mejor largometraje documental: Amy. No es mi favorito, de hecho preferiría que ganase cualquiera de los otros, sobre todo "La mirada del silencio", pero le están dando todos los premios. En cualquier caso, esta categoría está llena de joyas tremendamente interesantes. Cuánto mejor sería el mundo si alguien prestara atención a estas películas.

Mejor corto documental: Chau, beyond the lines.

Mejor corto de ficción: Shok.

Y con esto y mi firme voluntad de seguir escribiendo pronto en el blog, termino por hoy.




martes, 5 de mayo de 2015

Alcanzar la cumbre






No pretendo convertir este blog en uno de esos dedicados a ilustrar las virtudes paisajísticas de Gran Canaria. Otros lo hacen mejor que yo. Tampoco deseo saturar con un mismo tema, así que procuraré hacer un ejercicio de contención. No quiero provocar entre mis lectores una variante del famoso síndrome de Stendhal, en este caso provocado por la acumulación de belleza natural.

Lo cual no me impide dejaros con esta fotografía que casi parece una postal de los alrededores del Roque Nublo. No sé por qué, encuentro cautivadora esa especie de cuerno de rinoceronte rocoso en lo alto de todo.











Con esta imagen tomada desde las cercanías de la Caldera de los Marteles que refuta la idea de que Gran Canaria es una isla árida. No sé por qué, tanto pequeño pueblo hasta llegar, al fondo, a la más vasta ciudad de Las Palmas, me hace recordar "La aldea del arce". Como me dijo la Chona Mayor en una ocasión, "shalalele, shalala, esta aldea es genial".























Y con esta otra que guarda ciertas reminiscencias de "Las habichuelas mágicas", al mostrar algo así como un territorio de ficción limítrofe con las nubes. (No diréis que no le echo imaginación a estos comentarios).



















P. S.: Si la primera foto parecía una postal, a la segunda ya es que solo le falta que la impriman. Si hasta viene con letritas.
En la tercera fotografía las nubes aparecen algo emborronadas. No se trata de un exceso de edición. 

jueves, 30 de abril de 2015

Hombre mirando al horizonte


No es la primera vez que lo digo: Nunca sé cuál será el resultado final cuando tomo una fotografía. En este caso, aprecio una cualidad cuasipictórica, ligeramente impresionista, muy de mi agrado. El concepto, un hombre solo que no mira a la cámara, sino al horizonte, a una vegetación florida en plena primavera, cuya visión lo aleja de sus problemas diarios; un hombre que encuentra la paz interior en la simple contemplación de los espacios abiertos; me parece de un gran lirismo y una invitación a participar de esa modesta forma de hallar el sosiego.
Sobra decir que, tras hacerla, me uní a él.

P. S.: La fotografía fue tomada cerca de la Caldera de los Marteles, uno de los tesoros naturales de Gran Canaria.

martes, 28 de abril de 2015

La otra orilla del cielo


Nueva invitación a conocer Gran Canaria: 

Peco de escasa originalidad al haber tomado esta fotografía tan tópica, lo sé, pero no por ello la estampa pierde su atractivo. Desde lo alto de mi isla (uy, qué posesivo suena eso) se divisa sin ningún problema Tenerife, cuyo contorno se distingue perfectamente gracias al pico que la corona. El mar de nubes formado entre ambas islas parece invitarnos a atraversar la distancia que las separa a pie. Mi recomendación para los viajeros intrépidos, en caso de que se les pase esa idea tan peregrina por la cabeza, es sencilla: Tómense su dosis de litio sin dilación.

P. S.: Debí haber podado los arbusto que aparecen en primer plano. Dejarlos a la vista fue un fallo de principiante.

martes, 14 de abril de 2015

La ronda nocturna


Entre octubre de 2006 y agosto de 2007, tuve la suerte de vivir en la provincia de Barcelona. En concreto, en un edificio de apartamentos con piscina en medio de una pineda en Gavà Mar (que no daba precisamente al mar, sino a una autovía). Lugar encantador, pero que, visto en perspectiva, podía ser aterrador también. Y es que cada noche, cual flota aérea, los murciélagos de la zona planeaban a ras de la piscina para hidratar sus cuerpos menudos de rata con alas. Incluso llegó a colárseme uno en casa. Agarrado de una cortina con las pezuñas y soportando la luz artificial interior, parecía un ser tan indefenso que ni miedo daba (más bien grima). Las que realmente debían asustar eran las tormentas veraniegas. Pocas veces he sido testigo de una concentración de rayos tan abrumadora como durante esas noches en la costa mediterránea. El caso es que, tras una de ellas, supe que en el camping que había a unos cuantos metros al lado de casa (en realidad, podían ser unos cuantos cientos de metros, pero aun así era la edificación más cercana a la derecha de mi apartamento) había fallecido una mujer portuguesa víctima de uno de esos rayos.  El camping se llamaba "Estrella de Mar" y estaba situado en la ciudad aledaña de Castelldefels (no sé qué habrá sido de él, solo que en 2008 querían clausurarlo).
¿A cuento de qué viene esta referencia autobiográfica en un blog literario? Pues a cuento de que, gracias a la lectura de "Soldados de Salamina", de Javier Cercas, he podido ampliar mi anecdotario sobre el "Estrella de Mar". Por una parte, uno de los huéspedes de dicho camping es a su vez uno de los personajes clave de la investigación que lleva a cabo el narrador de la novela (no entro en detalles para no estropeársela a quienes no la conozcan). Pero lo que me ha dejado con la sangre helada, más aún que un rayo de tormenta veraniega, es saber que el gran Roberto Bolaño, ese autor chileno ya mítico, trabajó como vigilante nocturno en él; que, si hubiera adelantado unos 25 años mi visita a Gavà, podríamos haber sido una suerte de vecinos; que cerca de mi casa cruzaba historias con los campistas y que una de esas historias acabaría formando parte de una obra que se ha convertido en un clásico de la literatura española.
A estas alturas parece evidente, pero prefiero aclararlo: Mi intención al escribir esta entrada es, además de dejar patente el importante papel que juegan las casualidades en el arte y en nuestras vidas, animar, al modo de los buenos trailers, o sea, creando interés sin desvelar nada sobre su trama, a la lectura de "Soldados de Salamina", novela, a su vez, marcada por el azar.

martes, 31 de marzo de 2015

Finca de Osorio

Corro el riesgo de resultar reiterativo, pero, como diría Oscar Wilde, la única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella. Así que he decidido no resistirme a publicar una nueva fotografía tomada en esa hermosa finca cita en Teror. Espero que guste. El beneplácito de nuestra Paulette parece casi asegurado.

lunes, 30 de marzo de 2015

Anti-Canes Cerberos


A un lado de la entrada de ese paraiso interior que es la Finca de Osorio, pude encontrarme con estos perros a los que no denomino Canes Cerberos no por su carácter, pues tenían muy malas pulgas, sino por el del lugar que guardan. Así pues, serían lo contrario: Unos anti-Canes Cerberos. Y, por fortuna, de una sola cabeza.
Eso sí, saben posar, los jodíos.

El laberinto del fauno










Canarias, lamentablemente, es más conocida por su buen clima y sus playas que por su atractivo interior, más frío, pero mucho más afín a mis gustos. Con el ánimo de acercar la belleza diferente de esos parajes, publico esta fotografía de un árbol que bien podría haber sido un personaje más de la mejor película de Guillermo del Toro (la referencia a la obra de J. R. R. Tolkien habría resultado demasiado obvia).
Para quienes no la hayan visitado, pueden encontrarlo en la Finca de Osorio.

sábado, 14 de febrero de 2015

Me quedo contigo, Amor










 Vino la vida y tenía tus ojos.
Llegó tarde, mas aún a tiempo;
decidida a perfilar los detalles
de mis vaporosos sueños,
ahora ciertos,
y a descubrirme que en tu sonrisa
se encierra el secreto
de la felicidad constante,
haciéndome tan sencilla la decisión
de amarte.


jueves, 15 de enero de 2015

Paisaje paterno filial


La imagen de un padre junto a su hijo en una playa mientras el sol se va perdiendo en el horizonte... Existen muchas formas de dar la bienvenida al año 2015, pero esta es la mía, la de mi blog. Tomé la foto en octubre y en la mejor compañía. Como es costumbre en mí, cuando lo hice tan solo pretendía captar un poco de la belleza que nos rodea. Saber apreciarla nos ayuda a disfrutar la vida. Es una de las lecciones más valiosas que uno puede aprender.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Coleccionando simetrías VI: Año capicúa


Para mí, el año no ha podido terminar mejor, así que, ¿por qué no convertirlo en una simetría y despedirlo con una entrada hermana de la primera de 2014? 

"Uno podría llamar a esto coincidencia afortunada, casualidad o suerte (la cual viene en dos variedades, a menudo vinculadas); o simplemente, vida".
De noche andamos en círculos
Daniel Alarcón

  P. S.: Lo sé, esta entrada es corta, pero se acerca la cena de fin de año y no es cuestión hacer esperar a la familia. Mucha felicidad a todos.


martes, 30 de diciembre de 2014

Un sexagenario voluptuoso

Lo mejor que podemos hacer con una bomba es desactivarla. De ahí, supongo, que, en el mismo título de sus memorias, Gregor von Rezzori admitiera su mayor pecado. Publicadas originariamente en 1979, la editorial Anagrama reeditó, con motivo del centenario de su nacimiento, sus "Memorias de un antisemita", las cuales nos recuerdan, más que a "El mundo de ayer", de Stefan Zweig, con el que comparte su descripción de una sociedad periclitada, cuyas costumbres y principios resultan por completo caducos, a esa máxima gatopardiana, observada de manera tan pulcra en política, de que "si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Y es que, leyendo este repaso calmado por sus días, nos encontramos con que este hijo de la Gran Guerra nos muestra la misma relación amor/odio ancestral que parece heredar cada nueva generación hacia lo diferente.
Nunca he compartido el rechazo irracional hacia el otro, hacia el de fuera, hacia el que no es igual. Tiendo a apreciar la diversidad como elemento enriquecedor, pero comprendo que soy una excepción. Por suerte, no la única. Ello no obsta para que pueda disfrutar con la prosa elegante, delicada y altamente evocadora que nos ofrece su autor al recordar su infancia en un pueblo de Rumanía (sus padres eran nobles y lo educaron en la idea de que ellos eran superiores a quienes los rodeaban. Y más superiores aún que esos niños judíos endurecidos por el desprecio ajeno que a su vez  se burlaban de él). Como suele ocurrir, nuestro protagonista no puede evitar sentir cierta admiración hacia quienes lo humillan. Más adelante llegarán las relaciones de pareja, de las cuales destaca una clandestina con una tendera judía, entre la ternura materno-filial y la repulsa hacia esa señora mayor que lo protege, a la que desprecia y ante la que se siente sometido.
No se trata su odio, su antisemitismo, de un sentimiento identificable con el que movía a los nazis (de hecho, son numerosas las mofas concebidas en torno a la figura de Hitler), sino de algo más antiguo y general, una especie de conciencia de clase, cuya jerarquía coloca a los judíos entre lo más bajo de la sociedad, al fondo de un "abismo cósmico". Algo antiguo, sí, pero que pervive y nos rodea.

martes, 4 de noviembre de 2014

El canto del cisne


Quien anda en círculos siempre acaba volviendo al punto de partida. Lo cual no tiene por qué suponer que no haya aprendido algo o no haya madurado en su deambular, ni que no haya podido disfrutar del camino. De eso, en gran medida, nos habla Daniel Alarcón en su novela "De noche andamos en círculos": De las pasiones que impelen al movimiento, de lo que dota de una razón de ser a la vida, en el caso de su protagonista, Nelson, la que siente por el teatro y por su héroe particular, Henry Núñez, dramaturgo y actor, líder de la mítica compañia Diciembre, disuelta 15 años antes de su vuelta a los escenarios. De su nueva gira formará parte este personaje desesperado, al que ha abandonado su mujer y que parece que no tuviera ya nada más que perder.
Alarcón repasa, sin hacer alusiones directas, la historia reciente de su país, el Perú, que no nombra en ningún momento. La guerrilla, el narcotráfico, la corrupción, la censura, el estado deplorable de las prisiones, causa directa de multitud de motines,... Todo ello como telón de fondo de este relato sobre perdedores, sobre ilusos, sobre seres un poco marginales, por bohemios, basada en las experiencias de un amigo y con claras influencias del clásico "El beso de la mujer araña" y su relación amoroso-carcelaria. En él se palpan los diversos ambientes, el de la capital, una Lima que aún no ha sido peruanizada, como diría Bryce Echenique, y el de sus pueblos serranos, tan aislados que es necesario dirigirse al único bar que hay en ellos para poder establecer contacto telefónico con los seres queridos, para poder saber qué ocurre en el mundo.
Daniel Alarcón es autor de una obra aún escasa, pero prometedora, juguetona, que ha cosechado alabanzas del mismísimo The New York Times Book Review e incluso exagerados elogios como que leerlo "es como ser testigo de la llegada de John Steinbeck o Gabriel García Márquez". Ciñámonos a unos justos términos para no crear lectores decepcionados. "De noche andamos en círculos" está dotada de suficientes atractivos como para inventarle algunos más. Es un salto al vacío que acaba provocando numerosas ondas concéntricas en la superficie de la nada cotidiana, un espectáculo que mantiene al espectador en vilo, un nocturno de Chopin que deja al auditorio en silencio.

jueves, 16 de octubre de 2014

La Lucha


¿Quién les diría a los que lucharon por conseguir que llegara la democracia a España que una manada de hijos de puta iba a romper su sueño convirtiéndolo en un medio para hacerse de oro con casos Gürtel, EREs, tarjetas opacas y otras formas de corrupción? Igualmente, en Sudáfrica, la Lucha contra el Apartheid ha dado paso a un país presidido por un sujeto acusado de violación y de participar en el contrabando de armas (al parecer, la presunta víctima de la agresión sexual padecía sida y Jakob Zuma era conocedor de ello. Su única precaución, según ha admitido: Ducharse tras el acto, consentido, si nos fiamos de su versión). Para completar el esperpento, ha dedicado 15 millones de euros de las arcas del Estado a reformar su vivienda. Vomitivo, sí.
Ante tal realidad, una escritora comprometida con la libertad y la igualdad como la recientemente fallecida Nadine Gordimer, no podía hacer otra cosa mas que denunciarla. De ello trata su última novela, "Mejor hoy que mañana", sabia reflexión sobre el post-segregacionismo, la política, la frustración y la toma de decisiones vitales. En suma, sobre la condición humana.
Protagonizada por una pareja mixta que se traslada a vivir a un barrio residencial pijo de Johannesburgo, ambos miembros proceden de la clandestinidad, de la política comunista, y actualmente son profesionales liberales. La razón de su mudanza no es otra sino la inscripción de sus hijos en colegios privados. Hay quien puede verlo como un hecho contradictorio, pero, en un país como Sudáfrica, ¿quién sacrificaría el futuro de sus hijos por un afán de coherencia?
La Transición sudafricana parece haber sido más veloz que la española. Transición de la dictadura blanca a la corrupción multirracial. ¿Existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de salvarnos de esa forma de "hacer política"? Por supuesto que sí: Nadine Gordimer, a pesar de todo, confiaba en el individuo, en su poder de decisión. Su obra, su Lucha, son su principal legado.

viernes, 10 de octubre de 2014

El horizonte


Este año no me atreví a predecir quién ganaría el Nobel y creo que hice bien, porque, aunque Patrick Modiano se encontraba entre los nombres que podría haber incluído en mi lista, ni de lejos ocupaba las primeras plazas. Lo que no faltará en este blog será la reseña de una de sus obras más destacadas, "Calle de las tiendas oscuras", cuya lectura tenía mediada.

P. S.: Sí, la foto es mía. ¿Quién, si no, iba a editar de manera tan perceptible?

lunes, 6 de octubre de 2014

La vuelta de Tadzio










 Si algo representaba Tadzio, más allá de tentaciones que podrían llevar a la perdición, es la belleza inocente en estado puro de la juventud. Belleza que se fundía con la del paisaje de Venecia.

Han pasado muchos años, muchos tadzios, hasta que por fin he hallado mi versión de la Belleza con mayúsculas.



















P. S.: Sé que resulta inmodesto decirlo cuando uno mismo es el autor, pero la verdad es que es una fotaza.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

La rendija de mi puerta


Esta es una de esas fotos que a veces me da por publicar: El resultado de una pequeña experimentación. En este caso, no es más que la luz que se filtra por la rendija de una puerta, vista de manera transversal, con una ligera labor de edición y algunas palabras evocadoras de una realidad alternativa. Espero que guste, aunque no sea gran cosa.

martes, 16 de septiembre de 2014

El Patán de la Loto

Martin Amis siempre ha sentido una especial predilección por los personajes pendencieros  (él mismo parece sacado de una banda setentera, a lo Sex Pistols, pero con camisa de rayas). Su última novela, "Lionel Asbo. El estado de Inglaterra", deja ese extremo más que patente, pues convierte en protagonista (o más bien coprotagonista) a un joven delicuente de baja estofa, con la facha del futbolista Wayne Rooney y dos pit-bulls a los que mantiene en tensión a base de Tabasco. En su cerebro, supongo, una neurona iracunda se debate entre la violencia irracional y la absoluta estolidez. Con este libro, el célebre escritor nos traslada su visión algo alucinada y muy cáustica de la Inglaterra actual, ésa en la que triunfan los Geordie Shore y demás despojos de la sociedad del entretenimiento autodegradante. Todo llevado al límite.
Como contrapunto, su sobrino Desmond Pepperdine es un adolescente estudioso, idealista y romántico, que quiere labrarse un futuro como profesional del periodismo serio y salir de su barrio de clase, más que baja, situada casi en el subsuelo (aunque viva en el piso 33 de una torre de viviendas sociales). Pero, como lo normal o lo reglado en esta novela no tienen cabida, nuestro pequeño cerebrito guarda un secreto: Que se ha liado reiteradamente con su abuela, de 36 años (el caso es que todo suena posible, incluso a conocido, dentro de lo extremo). Y es que, bajo la mirada que ofrece Amis de su país, nada ni nadie se salvan.
Lionel Asbo, sobre todo en el original inglés, se expresa deficientemente. De lo contrario, sería inverosímil. Con esa característica se prueba la teoría que asegura que si los cimientos del lenguaje son débiles, lo son a su vez los pensamientos resultantes. Y, como consecuencia, nos encontramos con personajes primarios, cuya capacidad para empatizar se halla mermada, si no anulada por completo. Claro que, y parece obvio decirlo, esta es tan solo una demostración de la riqueza léxica de la que hace alarde el autor, que le ofrece numerosas posibilidades para dar rienda suelta a su pirotecnia expresiva (sus dotes para innovar a la hora de adjetivar son también notabilísimas: Nuestro antihéroe gana en la Loto 140 millones de libras y pasa a convertirse en objeto de portada de tabloides. Tras ello, Lionel cambia su forma de vestir, dando pie a que Amis describa su posado como "pickwickiano, vodevilesco, radiante de inflamable bonhomía").
Otro tema recurrente en la obra de Martin Amis es precisamente la crítica al periodismo amarillista, ese que convirtió en cuestión de estado el ídem de su dentadura cuando decidió arreglársela, dejando claro con ello que lo que realmente iba mal era la salud de la prensa anglosajona.
Esta sátira mordaz de la sociedad inglesa actual, de ese fruto podrido resultante de las políticas thatcherianas, que más que crear un estado, trató de descomponerlo (y bien descompuesto quedó), ha sido objeto de polémica en su país. Nunca he entendido las críticas furibundas a casi cada nueva obra de Amis. Parece como si una parte de la prensa británica se empeñara en que su vida cultural se corvierta en un páramo carente de debates sociales  y los ciudadanos, al modo de Lionel Asbo, solo leyeran el periódico local gratuito, cargado de sucesos truculentos y de anuncios de NILFs y GILFs ("Nans I´d like to fuck" y "Grans I´d like to fuck". Prefiero no traducirlo, pero me alegra que a ciertas edades se mantenga el gusto por el sexo). No diré que se trate de su mejor novela, pero sí que es de las más divertidas y amenas, a lo que se une el interés de las cuestiones que expone y que van más allá del evidente humor negro con el que se envuelve el conjunto.

P. S.: Destaco, al igual que lo hice en la reseña de "Operación Dulce", la dedicatoria: A Chistopher Hitchens, ese gran ateo practicante que era para Amis como un hermano.

sábado, 30 de agosto de 2014

Temporada de atunes para una humana no standard


Sabina Berman no es una escritora muy conocida en España, al contrario que en el país del que es oriunda, México, donde le han llovido los premios. Así pues, creo que resulta conveniente realizar una pequeña presentación: Nombre completo: Sabina Berman Goldberg. Con esos apellidos, sobra decir que es de ascendencia judía. Nació en 1955 en Ciudad de México. Según parece, en su infancia la hacían leer la biblia cuatro horas todos los días y además en hebreo. De ahí que la conozca hasta el punto de no creer en lo que se dice en ella. Y es que ese es uno de sus rasgos definitorios: la sensatez. Cursó estudios de Psicología Clínica y Letras. Dramaturga, novelista, periodista, presentadora de televisión, codirectora, coproductora de cine y guionista (es autora de la adaptación que Alfonso Cuarón piensa dirigir de "The history of love", de Nicole Krauss. Un reto inmenso). En dos palabras: Trabajadora incansable. 
Probablemente su mayor éxito haya sido la novela que me dispongo a reseñar: "La mujer que buceó dentro del corazón del mundo". En ella nos encontramos con uno de esos personajes de los que es imposible no enamorarse (a su autora le ha ocurrido lo mismo, pues la volvió a convertir en protagonista de su siguiente libro, "El dios de Darwin"), Katia Nieto, niña autista (padece el síndrome de Ásperger) a la que iremos viendo crecer y pasar de víctima del maltrato y la cosificación (nadie la ha enseñado a hablar y está llena de cicatrices) a empresaria atunera. La más importante del mundo. Todo gracias a una tía suya que se hará cargo de ella y no se rendirá ante las dificultades.
La historia ficticia de Katia Nieto recuerda mucho a la de la científico estadounidense, también autista, Temple Grandin. Como ella, asistió a la universidad en una carrera de ciencias, y también como ella, hará lo que esté en su mano para evitar el sufrimiento innecesario de los animales al ser sacrificados para la alimentación. Personaje realista, es poética aunque deteste las metáforas y los conceptos abstractos. Le es imposible mentir y la idea de fantasía le resulta ajena. Considera que el ser humano primero existe y, luego, "a veces" piensa. Vamos, que también detesta a Descartes. Podría decirse que Sabina Berman usa a Katia Nieto como vehículo para transmitir su concepción de la vida: Su amor por la diversidad, que considera enriquecedora (ya he dicho que es una persona sensata), por la naturaleza (en especial, por el mar, cerca del cual pasa la mitad de su tiempo), por la ciencia y el conocimiento,...
Otras notas que caracterizan su obra son el sentido del humor, el uso de la ironía y la carencia de cualquier referencia a la corrección política. En "La mujer que buceó..." encontramos grandes dosis de locura, situaciones cómicas hasta rozar el absurdo, escenas conmovedoras,... En suma, se trata de una novela que transmite una realidad cercana y lejana a la vez a través de una mirada diferente, original, genuina.
Por supuesto, ya me he hecho con su continuación.

domingo, 24 de agosto de 2014

Buscando la excepción

Lo sé, éste no es un blog sobre música y yo no tengo especial debilidad por ella. Pero es que este video es una cucada que cuenta una historia de manera original, con una realización cuidada y la intérprete/bailarina está magnífica (sin necesidad de rebajar el nivel de exigencia por el hecho de ser una niña). Así que, para los que no lo hayan visto, aquí les dejo el vídeo de "Chandelier", de Sia:



P. S.: Espero que no seáis tan cazurros como para no verlo con la máxima calidad que ofrece youtube.

jueves, 21 de agosto de 2014

Puntos de lectura IV: Mi librera me la tiene jurada

Siempre que voy a mi librería de confianza, alguna de las chicas que atienden (no sé si llamarlas libreras, porque parecen únicamente dominar un género literario: el manual de texto escolar) tiene el detalle de incluir en mi compra, con cada libro, un punto de lectura. Probablemente me odien, porque parece que los eligiesen con la sola intención de rebajar el prestigio de cada una de mis adquisiciones. Quizás su odio sea producto de mi constante insistencia en decirles, con cara de que me estuviesen sirviendo una coca-cola, cuando he pedido una pepsi (quienes me conocen saben a qué cara me refiero), que si me pueden dar marcadores de libros buenos (no esos que promocionan las publicaciones de Jorge Bucay y demás vendedores de crecepelo). El caso es que la última vez que fui a mi particular palacio de la cultura, la chica me dio la caja donde guardan los puntos de lectura para que yo mismo cogiera tantos como quisiera. Fue en ese momento cuando descubrí que la muy avara atesoraba el que hoy os muestro: Este sexteto dedicado a algunas obras ya clásicas editado por DEBOLSILLO y LIBRERÍAS INDEPENDIENTES. Espero que os guste tanto como a mí.

P. S.: Antes de invitarme a surtirme yo mismo, la librera, supongo que para borrar cualquier duda sobre la opinión que tiene de mí, había metido en uno de los libros que me llevaba un marcador que publicita un gabinete psicológico sito en mi ciudad. Y es que en mi librería de confianza me conocen muy bien.

P. S.: Los títulos de las obras los puse yo mismo. Cada marcador debería separarse del resto aprovechando una línea de puntitos que los divide. Imposible que yo haga tal cosa. A pesar de no creer en la existencia del alma, no soy tan desalmado.

miércoles, 20 de agosto de 2014

El monolito

Director genial, puntilloso y superdotado, Stanley kubrick es autor de una obra riquísima en matices, objeto de multitud de estudios y víctima de elucubraciones peregrinas.  Tanto los primeros, como las segundas aportan luz y dotan de (interesantes) sombras a un corpus artístico donde el cripticismo constituye una marca de la casa. Recordemos el especial radiofónico que realizaba todos los años el ínclito Carlos Pumares sobre el monolito de "2001: Odisea en el espacio" o el falso documental coproducido por ARTE "Operación Luna", en el que Donald Rumsfeld y Henry Kissinger daban rienda suelta, una vez más, a su capacidad para mentir con una sonrisa en los labios (se trata, en realidad, de una enfermedad que afecta en gran medida a la clase política y que es conocida normalmente por el nombre de cinismo).
Cuando oí hablar por primera vez de "Room 237", pensé que sería el resultado de filmar a un grupo de frikis disparatando sobre su idolatrado director y las numerosas lecturas que sus mentes maravillosas hacían de "El resplandor". Pero, bueno, nuestra Paulette la recomendaba y yo sentía curiosidad por verla. Me encontré con que ciertamente la gente tiene mucho tiempo libre para analizarla secuencia por secuencia (incluso se nos muestra un montaje compuesto por dos copias de la película superpuestas: En una ésta avanza de principio a fin y en la otra va en reverso, del final al principio. Por supuesto, de su visionado se infieren nuevas interpretaciones, algunas quizás provocadas por los efectos secundarios del consumo habitual de LSD). Pero también asistí a un espectáculo hipnótico, cuya narración cautiva hasta convertirte en un acólito más de ese culto kubrickiano (si ya no pertenecías a él anteriormente): El genocidio indio, el mito del Minotauro, la publicidad subliminal,... son solo tres de las claves con las que habría jugado su autor (me refiero a Stanley Kubrick) a la hora de pergeñar su puzle.
Tras ese baño de imágenes (pensar que Kubrick convenció a la censura de que la sangre que salía del ascensor e inundaba los pasillos del hotel era agua sucia y, por ello, no debían poner objeciones a que ese plano apareciera en el tráiler), nuestro cerebro sigue bullendo y, quizás, creando nuevas interpretaciones. La mía, al ver al niño de la película huir a través de la nieve y volver sobre sus propias pisadas para despistar a su persecutor, cual boy scout de 6 años, acción que considero impensable en un crío de esa edad, me hace plantearme si con esa escena su director no querría representar la imposibilidad de sobrevivir de los seres enteramente inocentes. Si el niño no pensara como un adulto, tras haber circulado por los pasillos del hotel con su triciclo, encontrándose con los fantasmas que lo habitan, lo cual habría provocado que su cerebro madurara rápidamente, hasta el punto de poder manejar situaciones en las que incluso un adulto dudaría, probablemente no habría dado con esa solución. Nos hallaríamos, pues, ante la muerte de la inocencia como requisito para la supervivencia. 

lunes, 28 de julio de 2014

Carta al padre


El 25 de agosto de 1987, el médico y profesor universitario Héctor Abad Gómez fue asesinado en la ciudad de Medellín por miembros de un grupo paramilitar afín al gobierno colombiano. Nunca se supo quiénes ordenaron su ejecución, pero sí las razones: Su lucha en defensa de la igualdad y de los derechos humanos. Publicaba artículos en los que acusaba al ejército de cometer torturas y con ello enfurecía a los círculos de poder de su país, hasta que la inquina hacia él se hizo tan grande que decidieron poner fin a su vida.
El doctor Abad Gómez había sido conocido anteriormente por combatir las enfermedades a través de iniciativas políticas. Era consciente de que siempre será mejor prevenir que curar y, como consecuencia, que era más eficaz conseguir potabilizar el agua que llegaba a los hogares, que tratar a los enfermos con antibióticos una vez infectados. De ahí que ése fuera durante mucho tiempo su mayor empeño.
A esa figura, en cierto modo quijotesca, dedica su hijo Héctor Abad Faciolince su libro "El olvido que seremos" (no "se lo dedica"), proyecto mil veces pospuesto, al modo proustiano, hasta encontrar, casi 20 años después, la voz adecuada, el modo de recordar sin resultar hagiográfico. Y a medida que va rememorando, ese padre particular, tan tierno y cercano, se va universalizando y convirtiéndose en símbolo de muchas cosas: De la integridad de quien cree en la idea de justicia, de lo que debería suponer la educación y la paternidad (mantenía que los hijos felices se convierten en buenas personas), de sus múltiples batallas en favor de quienes menos tienen,...
A esas memorias, Faciolince añade su visión de la vida y la de su padre. En gran medida, coincidentes, y en la misma medida, sensatas. Supongo que esta última característica es una de las razones del éxito del libro: Uno siente que estuviera leyendo un relato narrado por una mente hermana en cuanto a las ideas. (Destaco como ejemplo de ello la indignación del autor cuando, durante el funeral de un ser querido, el oficiante, que era obispo, repetía una y otra vez la letanía "¡Alegría, Aleluya, Alegría!", pues la persona fallecida iba a reunirse con su creador.  Como consecuencia de ello, su padre y él se salieron de la iglesia. No lo soportaban. A mí me ocurre algo similar cuando escucho a un sacerdote en un funeral referirse al finado como un "pecador". Así, tal cual. Delante de sus seres queridos, en vez de honrarlo, desde el púlpito se atreven a insultarlo. Y cada vez que asisto a ese lamentable espectáculo, me dan ganas a mí también de salirme soltando alguna blasfemia).

Dice Faciolince que su intención al escribir "El olvido que seremos" ha sido retrasar para su padre ese olvido que a todos nos llega una vez fallecemos. La verdad es que no solo ha conseguido eso, sino que lo ha convertido en parte de una memoria compartida más allá de los límites de quienes lo conocieron en su día y más a llá de las fronteras de su país.

P.S.: En octubre de 2012, el mismo autor publicó un artículo titulado "Acuérdate de olvidar" en la revista "El malpensante". Lo pueden leer en la siguiente dirección: http://elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=2689
Y, de paso, si la desconocían como yo, descubrirán una revista bullente de cultura con textos de Thomas Pynchon, Jorge Edwards, el director de cine portugués Miguel Gomes, Gay Talese, Martin Amis, Ricardo Piglia, Juan Gabriel Vásquez, que entrevista a Jonathan Franzen, y un etcétera tan largo que llegaría de aquí a Lima (o a Medellín) .

domingo, 20 de julio de 2014

Vida de este chico

"Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después". Con estas palabras, que la resumen a la perfeccción, comienza la última novela de Richard Ford, "Canadá", publicada en castellano el verano pasado. Dividida en tres partes, con estilos ligeramente diferentes,  y narrada en primera persona por uno de los hijos de los atracadores (especie de Bonnie y Clyde de pacotilla y sin amor de por medio),  compendio de múltiples fuentes, orales y escritas, además de los propios recuerdos, en un principio parecemos transitar por una non-fiction novel (1) en la que Dell Parsons nos cuenta de manera detallista cómo sus progenitores terminaron robando un banco y cómo él tuvo que huir a Canadá, donde le aguardaba su futuro. Un futuro con cierto aire de western (2), algo así como un "Solo ante el peligro" que no transcurre en tiempo real, pero de final ineluctable, pues tampoco los acontecimientos que ocurren allí dependen de su voluntad. Y, en una tercera parte, más urbana, el narrador, que nos habla desde la madurez, nos resume el resto de su vida, la de su hermana y la de sus padres.
He contado la historia. De principio a fin, tal como hace su autor con las dos frases iniciales del libro. Pero quien pensara leerlo únicamente por ella, cometería un error, pues se trata de mucho más que una historia. Nos encontramos ante una reflexión sobre el crimen, el castigo y la vida: ¿Está el criminal predestinado y, por tanto, el delito es parte de su esencia, o cambia su identidad, su propia materia, su mismidad, al cometerlo y se torna en otra persona que ya no conocemos? ¿Es malo por naturaleza el delincuente e incapaz de haber llevado una existencia normal sin que fuera detectada su propensión a la vileza? En cualquier caso, el protagonista decide que es dueño de sus actos, de su vida, y que él sí desea salvarse (considero razonable entender que Ford trata de transmitir que el hecho de que el protagonista no sea creyente contribuye a que opte por dicho camino; que las creencias religiosas pueden suponer una rémora a la hora de adoptar ciertas decisiones; que, en ocasiones, éstas convierten al individuo en un ser pasivo que se deja llevar por la idea de la fatalidad).
Dell, que comienza la novela como un adolescente deseoso de conocimiento, tiene dos grandes pasiones: La apicultura y el ajedrez. Las cuales simbolizan dos rasgos vitales: La primera, su necesidad de orden y seguridad (los propios de una colmena); y la segunda, su capacidad para adaptarse a cada nueva situación, propia de cualquier gran estratega. Y es ésta segunda característica la que marcará su destino, que, al final, no estaba escrito, pues resultó ser él mismo su propio autor (o creador).
Es común, en este comienzo de siglo, leer críticas en las que se dice de una novela que es el primer clásico del XXI. Afirmaciones frívolas, en la mayoría de los casos (salvo en uno, claro. Algo así como el cuento de "Pedro y el lobo": Alguna vez tendrá que ser la buena). Así que, con gran acierto, John Banville, ha optado por una mejor fórmula: "Una de las primeras grandes novelas del siglo XXI". Y no se ha equivocado.

P. S.: Para quienes no les gusten (o sea, todo lector sensato), debería haberse creado un "aviso de erratas" (algo así como el famoso "parental advisory" de los cds) con motivo del lanzamiento de la primera edición de "Canadá". (Supongo que la palabra lanzamiento me vino a la mente porque, ciertamente, el descuido con el que ha sido editado te hace sentir un dolor semejante al que te produciría que te tiraran el libro a la cara y te diera de canto dejándote con semblante de estupor y una brecha en la frente de la que manara un río de sangre).

viernes, 11 de julio de 2014

Una cierta mirada (ya no me atrevo a llamarlo "parecido razonable")


Vaya. Yo y mis locuras. Ahora me ha dado por encontrar un indudable parecido (indudable para una mente ociosa como la mía, que no para de hacer absurdas asociaciones de ideas) entre la maravillosa y un tanto desaprovechada Kelly Reilly y la gran dobladora de obras maestras de Kubrick Verónica Forqué (perdón, la adoro, pero es que su interpretación en "El resplandor" es uno de sus hitos como cómica y me siento obligado a recordársela). Será que comparten una cierta mirada felina o esa forma de sonreír que destaca sus incisivos superiores. Será el cabello pelirrojo. Será que no me he graduado la vista desde hace un tiempo. Sea como sea, lo que sí es una locura es que Verónica casi no haya rodado ninguna película desde hace años.


martes, 8 de julio de 2014

Noticia de un secuestro o Érase una vez en Medellín

Corría el año 1971, cuando el industrial Diego Echevarría Misas fue secuestrado. Persona amante de la cultura europea, resultaba quizás algo excéntrica, pues en 1943 compró un castillo en la ciudad de Medellín, la cual todavía no era injustamente conocida por su famoso cártel.  La historia de ambos hechos, con algunas notables modificaciones, es el meollo de la última novela de Jorge Franco, galardonada con el Premio Alfaguara 2014. 
Podría tratarse ésta de una mera transposición de sucesos, pero su autor ha decidido convertirla en algo más, añadiendo capas y significados a la narración:
Uno de ellos, el más evidente, que remite ligeramente al realismo mágico, pero de forma muy particular, nos es transmitido a modo de cuento: Don Diego y su esposa tienen una hija, Isolda, especie de princesa del castillo, alejada del mundo y de sus peligros. La niña, en su soledad, se construye un mundo propio en el bosque cercano a su residencia. Un mundo poblado por unos seres mitológicos que la defienden de cualquier amenaza y son sus únicos amigos, que se contrapone a ese otro de afuera del que la familia acabará siendo víctima.  Es una hermosa manera de tratar la cuestión de  la sobreprotección de los hijos.
Otra lectura, más actual, más social, incluso moral, se nos transmite mediante el choque entre esos dos ambientes contrapuestos resultante de incrustar en una ciudad variopinta, cierto, pero llena de gentes con pocos recursos un castillo a imitación del de La Rochefoucauld. No es difícil que dicha imagen nos recuerde las urbanizaciones con helipuerto que lindan con chabolas de algunas zonas de Brasil (supongo que ese fenómeno ocurre también en otros países) o las protestas contra el derroche en medio de la pobreza anteriores al último mundial de fútbol. Parece casi imposible que dicha situación no provoque enfrentamientos.
Por otro lado, encuentro que las comparaciones de algunos miembros del jurado que otorgó el premio han sido más bien exageradas: Aluden a directores como Tarantino y  los hermanos Coen, con cuyo cine hallo tan solo una similitud, la torpeza de los secuestradores. Creo que más bien cabría hablar de un parecido, en la parte realista de la novela, con la forma de escribir los diálogos propia de Vargas Llosa. Del de hace algunas décadas.
Amena, ágil, ligeramente compleja en su estructura y con algunos pasajes francamente bellos, "El mundo de afuera" nos acerca de manera original una historia real con aroma colombiano y, a la vez, muy europeo. Resulta profunda, pero, a diferencia de otras obras, no lo hace mediante la introspección, sino a través de la misma acción.

P. S.: Tras el trágico final del secuestro del filántropo Diego Echevarría, el mismo año 1971, su hogar pasó a convertirse en el Museo El Castillo, que ilustra esta entrada. Casi 20 años después, Julián Echevarría Lince, sobrino nieto suyo fue secuestrado y asesinado. Para un español todo esto resulta novedoso, pero para los colombianos la familia Echevarría es parte de la historia de su país.

sábado, 28 de junio de 2014

El pasado revisitado

No es rara ni carece de lógica la concepción de la infancia como una forma de Paraíso perdido. Pero lejos de una representación idílica de ella, la coherencia de esta idea la encontramos en que nos indica que es precisamente durante los primeros años de vida, a medida que vamos descubriendo el mundo, cuando se quiebra la inocencia. De eso nos habla John Banville, último Premio Príncipes de Asturias de las Letras,  en su novela más laureada, "El mar", por la cual recibió el Booker de 2005. Y, entre otras cuestiones, de algo aún más difícil de admitir, quizás: Su protagonista, Max Morden, que en su vejez ha perdido a su esposa recientemente, nos recuerda que "una ilusión muy corriente, [...] todo el mundo la tiene" es la de poseer "la convicción, inmune a todas las consideraciones racionales, de que en algún momento futuro y sin especificar, el permanente ensayo que es" la "vida, con sus numerosas malinterpretaciones, sus deslices y pifias, terminará, y la obra propiamente dicha, para la que" nos hemos "estado preparando siempre y con tanto ahínco, comenzará por fin". Que acabemos sintiendo esa frustración vital es el peligro, supongo, que se corre cuando se nos convence desde un comienzo, aunque bienintencionadamente, de que hemos de sentirnos realizados (a través de nuestro trabajo, junto a otra persona, siendo padres,...), de que somos seres incompletos y que hemos de esforzarnos para hallar la felicidad. Cuando la felicidad, al menos para la mayoría, está al alcance de la mano y ya desde antiguo se nos explicó en qué consiste: Carpe diem. O lo que es lo mismo: No comernos la cabeza con metas lejanas, difiriendo, palabra de moda, a un tiempo futuro la consecución de los sueños y fiándolo todo a ésta; vivir el presente disfrutando de cada cosa que hacemos. Tomar la manzana del árbol sin miedo (ni "su compañero inseparable, la culpa") y degustarla sacándole hasta la última gota del jugo. Retornar a la "brutal inmediatez de la infancia".
Parte de esa forma de entender la vida puede consistir, ¿por qué no?, en leer esta novela impecable, sublime, llena de símbolos, de personajes memorables, de ideas sugerentes, que se nos transmiten con una sensibilidad poco común, en la que la memoria se convierte en refugio y único consuelo ante el abismo de un ahora desolador.
Lo sé, apenas he explicado nada de la historia que nos relata Banville, pero es que esta reseña es una mera invitación a descubrirla.

P. S.: No puedo resistirme a citar una frase atea, de esas que tanto aprecio, que el escritor irlandés nos regala:  "Dado el mundo que Dios creó, sería una impiedad contra él creer en su existencia".
Otro detalle: Se ha destacado en muchos medios la espléndida traducción de Damián Alou. Pero, ¿quién revisó el texto antes de imprimirlo? ¿Por qué Anagrama nos tortura con una edición llena de erratas? Estos son unos pocos ejemplos de ellas: "La cabeza y el hombro izquierdos inclinados" (la coherencia de esta frase no llevaba brújula y se perdió), "con mucho mayor inmediatez" (esto sí es una cuestión de identidad transgenérica y no la transexualidad) o "se dio media vuelta y de dirigió al borde del agua" (cierto que hay quien pronuncia "de dirigió", pero no hay que imitarlos. Suena a burla), entre otras perlas.  

miércoles, 18 de junio de 2014

El amargo don de la belleza



 Hubo un tiempo en que las mujeres eran educadas para ser esposas. Algunos intelectuales, conscientes del drama que suponía para ellas ser reducidas a la condición de mero adorno y contraer matrimonios de conveniencia, decidieron mostrar dicha realidad y denunciarla a través de sus obras. Es el caso de la escritora Edith Wharton, que en una de sus novelas más conocidas, el clásico de 1905 "La casa de la alegría", nos cuenta la historia de una de esas damnificadas por la educación machista: Lily Bart, la cual "era de modo tan manifiesto víctima de la civilización que la había procreado que incluso los eslabones de su pulsera parecían esposas destinadas a encadenarla a su destino".
Conocemos a Lily en lo más alto de su gloria social: Es guapa, popular entre la flor y nata neoyorquina, domina el fino arte de la diplomacia y no le faltan pretendientes. Ilumina cualquier estancia o ambiente con su presencia. Huérfana acogida por una tía, lleva una vida por encima de sus posibilidades, pues considera que es la única manera de conseguir atraer a un marido rico. Pero va pasando el tiempo y no se decide por ninguno de esos aburridos, lascivos, demasiado mayores o no tan adinerados caballeros que le hacen la corte. Y ya tiene 29 años. Lo cual equivale a que le quedan muy pocos para decantarse por uno: la juventud y sus encantos se le van agotando.
En su desventurada trayectoria vital, es traicionada por quienes creía sus amigas; rechazada, las pocas veces que se declara a algún hombre; desplazada de su selecto grupo, pero también aconsejada y ayudada por unas pocas personas piadosas.
Superficial, con ligeros destellos de humanidad, propensa a gastar más de la cuenta, contenida en la expresión de sus afectos, por otro lado bastante escasos, y con dificultades para identificar aquello que realmente le interesa y la haría feliz, Lily parece decidida a tropezar con todas las piedras que se va encontrando en el camino. Incluso da la impresión de ir colocándolas ella misma para poder caer, cada vez con menos fuerzas para recuperarse. Está llena de defectos y esa imperfección es lo que nos la vuelve cercana y hace que sintamos empatía hacia ella.
Edith Wharton define y resume perfectamente el carácter frívolo teñido de tragedia de su protagonista con la siguiente frase: "Nunca he sido llorona. Descubrí muy pronto que las lágrimas me enrojecen la nariz y saberlo me ha ayudado a superar varios episodios dolorosos". Heroína clásica, Lily pertenece a esa dramática estirpe compuesta por personajes como Margarita Gautier o Madame Bovary. Damas a las que la fortuna resuelve darles las espalda. Pero no sin que antes hayan conocido lo que es el amor. Lo cual, en este caso, ocurre casi a modo de epifanía.
Si queréis disfrutar de una novela inscrita con letras de oro en la historia de la literatura estadounidense, de la autora de "La edad de la inocencia", no dudéis, "La casa de la alegría" es una excelente opción.



miércoles, 11 de junio de 2014

Memorial del engaño

No os dejéis engañar. Pese a su título, la última obra de Ian McEwan, "Operación Dulce", no es una novela de espionaje: El MI5* es tan solo el marco en que se mueve su torpe protagonista, Serena Frome. Lo mismo que los años 70 o la Guerra Fría (aunque, ciertamente, su autor llevaba tiempo queriendo situar una de sus tramas en esa época en la que comenzó su carrera). Se trata, en realidad, de una historia de amor, de un ensayo sobre la literatura y de un ejercicio formal.
Desde la primera página, McEwan juega con la tradición literaria: "No me alargaré mucho hablando de mi infancia y adolescencia", nos dice la espía en ciernes, al contrario de lo que harían algunos héroes dickensianos. Y es que Serena es justo lo opuesto a ellos: Hija de un obispo anglicano, nace en un hogar modélico y recibe una educación  quizás por encima de lo que sus aptitudes merecerían. Sus dos únicas cualidades son que se le dan las matemáticas y que le gusta leer, aunque, como le llega a decir uno de sus amantes, es "un jodido colador". Esta última característica es la que hace que la acepten en el MI5 y que forme parte de la "Operación Dulce", consistente en la búsqueda de jóvenes autores con ideas de derechas para financiarlos y de esa manera combatir la propaganda comunista (lo que llamarían "guerra de ideas", que por supuesto existió y existe).
Pero no es eso lo más interesante de la novela, sino la cuestión formal (y todos sabemos que esa es una cuestión de fondo) en la literatura: La conclusión, no podría ser otra, es que el verdadero compromiso de un escritor es el que mantiene con su propia concepción sobre lo que es y lo que debe ser el objeto de su trabajo. Igualmente legítimas son la práctica de una literatura de mero entretenimiento, como la experimentación vanguardista, como usarla en función de la defensa de cuestiones sociales o los ejercicios estilísticos con la sola intención de mostrar la belleza en estado puro (auque, claro, no hay que llegar al extremo de la protagonista, que afirma la superioridad de Jacqueline Susann y "El valle de las muñecas" sobre Jane Austen).
El juego formal llega al punto de que Ian McEwan usa su biografía para componer el personaje del que acaba enamorándose Serena: Uno de los autores captados a través de la Operación Dulce, Tom Haley. Hace referencias a relatos propios, usa a amigos como Martin Amis e Ian Hamilton en algunas anécdotas en las que participa Tom, troca el premio Somerset Maugham, que ganó por "Niños en el tiempo", en el Jane Austen que recibe su personaje, que ha estudiado, como él mismo, en una universidad no Oxbrigde (lo cual es todo un símbolo: Serena se licenció en Matemáticas por la Universidad de Cambridge, con lo que se contraponen la clase media y las elites, o una persona sin conciencia social y un autor comprometido).
Y, finalmente, es una divertida e ingeniosa historia de amor, no exenta de dolor ("traté de vomitar en vano. Para expulsar tu sabor de mis entrañas", dice uno de los personajes, evidenciando la fisicidad del enamoramiento cuando se convierte en parte de uno mismo), en la que nada es lo que parece, de las que no se olvidan. Como con cualquier buena novela de espías, su desenlace no se ve venir y no debe ser desvelado.

* Supongo que no es necesario aclararlo, pero cabe la posibilidad de que alguno de quienes me leen no lo sepa y no tenga ganas de consultarlo. Así que le ahorro el esfuerzo: El MI5 (Military Intelligence Section 5) es el nombre con el que es conocido comúnmente el servicio de inteligencia británico destinado a la seguridad interior y la denominación oficial que recibió entre septiembre de 1916 y 1929.

P. S.: Se me olvidaba. Ian McEwan dedica este libro a su amigo, ya fallecido, Chistopher Hitchens. Lo cual destaco, como ateo practicante,  por haber sido éste todo un ídolo de masas para quienes compartimos con él nuestra creencia en la no existencia de ningún dios. Vamos, que es nuestro Justin Bieber, pero con un poco más de nivel.