lunes, 4 de marzo de 2013

La cena


Resulta imposible ver "El nombre" sin recordar su precedente más reciente: "Un dios salvaje". Y es que nos encontramos ante una película basada, y se nota, en una obra de teatro que transcurre casi enteramente en un solo espacio, el piso de Élizabeth y Pierre, que han invitado a cenar al hermano de ésta, Vincent, a su mujer y a un tercero que guarda un as en la manga: no es tan anodino como parecía. Vincent va a ser padre y anuncia el nombre de su futuro hijo mientras esperan que llegue su esposa. El nombre es Adolphe. Quizás demasiado similar a Adolf. El resto de los presentes, intelectuales de clase media, no pueden admitir que se marque a un niño con ese nombre: se trata de un insulto a las víctimas del Holocausto, una ofensa a la Resistencia. Imposible.
Así da comienzo una cena plagada de equívocos, con unos diálogos ágiles, divertidos, ingeniosos, cultos,... En medio de las discusiones, los protagonistas comienzan digresiones sobre el significado de una palabra mal empleada, cosa que parecería absurdo, pero que yo mismo he vivido. Y no por ello deja de serlo. (Quizás sea ése el momento en el que debamos darnos cuenta de que la disputa se ha vuelto banal, pero aún así, no paramos. Está claro que los psicólogos tienen mucho trabajo que hacer con las clases medias con pretenciones intelectuales y, en general, con la especie toda).
Los intérpretes están soberbios. Tan creíbles, tan intensos. La dirección se nota cuando debe notarse. La voz en off aparece al principio y al final, tan sólo cuando resulta imprescindible. Casi no hay música y no se echa en falta.
No soy un amante de la comedia francesa, pues suele ser chavacana y aburrida. Pero cuando aparece una comedia inteligente como ésta o como "Los nombres del amor", no puedo hacer otra cosa que recomendarlas fervorosamente. Olvídense de los prejuicios. Seguro que se divertirán y que, en algunas situaciones, se verán reflejados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario