domingo, 2 de febrero de 2014

Tan inútil como la equinácea

Tengo la impresión de que, en sociología, ha sido más estudiado el caso de aquellas personas que tratan de ser aceptadas por la mayoría y pulen, por ello, las aristas de su personalidad, que el de quienes, precisamente al sufrir presiones para asimilarse a los otros, acaban por exacerbar sus diferencias y convertirse en "perros verdes". Desde el punto de vista literario, sin embargo, resultan infinitamente más interesantes las segundas. Para quienes coincidan conmigo, les presento a Aaliya, la protagonista de "La mujer de papel", de Rabih Alameddine: Se trata de una anciana beirutí que nos narra su vida a la vez que nos va enamorando con sus reflexiones sobre casi todo: El amor, la soledad, el matrimonio, la religión, la guerra (cíclica en su país), la amistad, el Líbano y un largo etcétera llamado Literatura (nombres como Roberto Bolaño, Javier Marías, J. M. Coetzee, Marguerite Yourcenar -"Memorias de Adriano" es su libro favorito-, William Faulkner,...aparecen recurrentemente en el discurso de la protagonista). De muy joven, sus padres la casaron con un hombre al que ella se refiere habitualmente como el "energúmeno" o el "impotente". No mucho tiempo después, éste se divorció de ella con la típica fórmula de rechazarla. Desde entonces, decidió vivir sola. Trabajaba en una librería casi sin clientela que le facilitaba su mayor actividad: leer. No resulta extraño que se defina con las siguientes palabras: Soy "una gran lectora con un fastidioso dolor de espalda". Durante los últimos 50 años se ha dedicado a traducir grandes obras, más bien recientes, con el criterio de que no estén escritas en inglés o francés. Y, como ella sólo conoce esos idiomas y el árabe, lengua a la que las transpone, ha de realizar traducciones de traducciones, razón por la que no valora el resultado de su labor silenciosa. Supone que, como ella misma, no tiene ninguna importancia para los demás.
Probablemente sólo haya querido a dos personas, Ahmad y Hannah, presencias habituales en la librería en la que trabajaba. La historia de él nos habla de la pérdida de la inocencia; la de ella, de un amor imposible y, por ello, trágico, que resulta muy conmovedor.
No quiero desvelar gran cosa de esta novela, para no estropeárosla. Así que os animaré a darle una oportunidad compartiendo con vosotros algunas frases de las muchas inspiradas que contiene:
"Queridos escritores contemporáneos, hacéis que me sienta incompetente porque mi vida no es tan clara y concisa como vuestra literatura.
Debería mandar cartas a los escritores, a los talleres de escritura y a los editores. Estáis estrangulando la literatura, dejándola sin vida, frase a frase, todas hermosas, libro a libro, todos anodinos".
"No hay pérdida que sintamos más profundamente que la pérdida de lo que podría haber sido".
"Israel, ese ridículo estado pigmeo rebosante de autoestima". (Aaliya aclara que también considera el Líbano como un estado pigmeo, no se trata de una cuestión patriótica).
"Silvio Berlusconi [...] ese presumido con cara de rata". (Por si aún no lo habéis notado, una de sus actividades favoritas es quejarse).
El título original de "La mujer de papel" ("An unnecessary woman") hace referencia, sospecho, a la similitud poética entre la protagonista y el Arte. Como dijo Oscar Wilde: "Todo arte es completamente inútil".

P. S.: Espero que te haya gustado la reseña, Paulette. No me juzgues con excesiva severidad. Y gracias por darme a conocer esta novela.

2 comentarios:

  1. ¡Qué lacónica es nuestra Paulette! Bueno, así podemos interpretar su comentario: "Con esta sonrisa quiero decir que me ha encantado tu reseña, Jose. Cada día escribes mejor. En realidad, no sé por qué no te publican los de Gallimard. Y no me refiero a Gallimard Jeunesse. Sigue así. Aunque sé que eres tan genial que incluso si trataras de escribir mal, lo estarías haciendo bien".
    Pues muchas gracias por tu sonrisa, Paulette, y por lo que se interpreta de ella.
    Un besazo, Adorable.

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