lunes, 14 de abril de 2014

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos


Hay actrices con miradas poderosas, magnéticas, cuya fuerza hace que cada fotograma de las películas en las que aparecen cobre significado. Es algo que les ocurre a Najwa Nimri, a Laura Morante, a Paulina García,... En "Miel", nos reencontramos con una de esas actrices de mirada inolvidable: Jasmine Trinca, a la que ya vimos en "La habitación del hijo", "La mejor juventud", "Manual de  amor", "Romanzo criminale", "El caimán" y "Casa de tolerancia", por nombrar sus mejores filmes. Su rostro, algo andrógino, resulta duro e inocente a la vez, características necesarias para componer su personaje, el de una antigua estudiante de medicina (sólo cursó dos años, lo justo para haber adquirido ciertos conocimientos), que ayuda a morir a enfermos terminales o en un estado que convierte sus vidas en algo que ya no consideran vida. La suya es una labor clandestina, de ahí que use un pseudónimo: Miel. Y es que Irene, pues  ese es su nombre real, trata de endulzar los últimos momentos de sus clientes. (Resulta tan convincente, que yo mismo no dudaría en contratarla si me viera en el trance por el que ellos pasan).
Miel nunca se ha planteado éticamente lo que hace, hasta que se encuentra con alguien que rompe las reglas que ella se ha marcado. Lo cual supone un punto de inflexión y el comienzo de una relación inusitada que la hará evolucionar interiormente.
Valeria Golino dirige una película de tono intimista, cercano, sensorial, en la que destacan el uso balsámico de la música y una fotografía discreta, pero muy cuidada (la imagen que ilustra esta entrada está editada, pero deja patente la capacidad de la directora a la hora de conseguir encuadres de una plasticidad orgánica, por momentos lindante con lo pictórico). Una película que nos hace pensar, que nos plantea la torpeza inherente a cualquier dogma sobre la eutanasia y, en realidad, respecto a cualquier cuestión controvertida, puesto que, precisamente, el dogmatismo y el pensamiento son conceptos antagónicos.
Tanto en Italia, como en España, "Miel" ha pasado más bien inadvertida. No lo merecía.

P. S.: Ya sé que sobra aclararlo, pero lo haré: El título de esta entrada, por supuesto, es el mismo que el del famoso poema de Pavese. Para aquellos que no lo conozcan (probablemente, nadie), lo adjunto a continuación:

 "Verrà la morte e avrà i tuoi occhi-
questa morte che ci accompagna
dal mattino alla sera, insonne,
sorda, come un vecchio rimorso
o un vizio assurdo. I tuoi occhi
saranno una vana parola
un grido taciuto, un silenzio.
Così li vedi ogni mattina
quando su te sola ti pieghi
nello specchio. O cara speranza,
quel giorno sapremo anche noi
che sei la vita e sei il nulla.

Per tutti la morte ha uno sguardo.
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi.
Sarà come smettere un vizio,
come vedere nello specchio
riemergere un viso morto,
come ascoltare un labbro chiuso.
Scenderemo nel gorgo muti."

O sea,

"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos,
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un remordimiento
viejo o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito apagado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas hacia ti
en el espejo. Oh ansiada esperanza
ese día, también nosotros,
sabremos que eres la vida y la nada.
Para todos, la muerte tiene una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como en el fondo del espejo
ver resurgir un rostro muerto,
como escuchar un labio mudo.
Callados bajaremos al vacío."

 En italiano suena mejor. Es mejor. Pero yo soy de los que necesitan las versiones bilingües.

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