miércoles, 9 de abril de 2014

Kolkata o la insoportable levedad del ser

Hace una semana o así, me pasé por mi librería de confianza con la sana intención de surtirme de libros para algún día poder nadar entre ellos (Francisco Umbral tiraba a su piscina los que le parecían infumables. En cambio, yo sueño con  llenar una con lo mejorcito de la literatura y hacerme unos largos). El caso es que llamó mi atención una faja: La de "La hondonada", de Jhumpa Lahiri, que rezaba lo siguiente: "Novela finalista de los premios Booker y National Book Award" (sic). El caso es que, cegado por el brillo de esas palabras, no pude evitar adquirirlo.
Os resumo la historia (espero que mejor de lo que lo hace la editorial Salamandra en la contraportada, pues, supongo que con la finalidad de no desvelar demasiado sobre el argumento, nos deja con la impresión de que éste va a ir por unos derroteros distintos a los que realmente toma): Calcuta, años 50. Dos hermanos inseparables, Subhash, el mayor, y Udayan, el pequeño, residen en un barrio humilde, a un tiro de piedra de un club de golf en el que nunca podrían permitirse entrar. Pasan los años y Subhash se va a estudiar a EEUU, mientras que Udayan se compromete políticamente con un partido maoísta de inspiración naxalita (la autora dedica algunas páginas a explicar en qué consistió dicho movimiento terrorista) y acaba siendo asesinado por la policía tras participar en un atentado. A partir de ahí comienza realmente la novela y acaban los tópicos.
El título del libro hace referencia a una hondonada, cercana a la casa de los hermanos, que se encuentra entre dos lagunas, en la que Udayan se oculta para evitar que lo encuentre la policía tras el atentado. Pero en realidad nos habla del vacío que provoca su muerte, ése que nadie podrá llenar jamás y que convierte a su hermano mayor en un recordatorio constante de su pérdida. La existencia del resto de los personajes girará a partir de entonces en torno a esa especie de agujero negro que lo vuelve todo silencio.  Pues ésa es la opción que adoptan: No enfrentarse a la situación, no afrontar el problema, callar y sufrir. La mejor postura si uno no tiene intención de construir un futuro. El problema de quienes se deciden por el silencio es que se arruinan la vida y se la arruinan a quienes intentan mantenerse a su lado y ayudarles. En el día a día, esta solución me provoca rechazo, pero la considero enriquecedora a la hora de desarrollar una historia. Por poco habitual en la literatura, porque supone transitar por terrenos alejados del sentimentalismo, porque insinúa el dolor sin mostrarlo de manera lacrimógena.  Por esa razón, Lahiri parece una escritora un tanto árida, hasta que notas cómo van calando los personajes en tu interior. Percibes el ambiente en que se mueven y ese presente continuo de pesar en el que parecen instalados, que los paraliza, manteniéndolos en suspenso. Y sientes la pausa, el vacío en el que  viven: La hondonada.

P. S.: Petición para quienes dirigen la editorial Salamandra: Por favor, contratad a alguien que revise los textos. Tantas erratas transmiten la impresión de un trabajo poco riguroso.

2 comentarios:

  1. Hola Jose,

    Pinta interesante. Le echaré un vistazo cuando pase por la libreria.

    Deberías escribir a Salamandra. Cuando encuentro erratas en los libros, y es bastante a menudo desgraciadamente, siempre escribo a la editorial. Normalmente no responden pero a veces sí que lo hacen y alguna que otra vez incluso me ha respondido el traductor del libro. No obstante, yo creo que esto de no tener un revisor o corrector dice mucho de la editorial. Muchas son creadas por empresarios que bien podrían haber montado una tasca o una tienda de comestibles pero lo de los libros le parece exótico y entonces deciden crear una editorial sin ser verdaderos editores, es decir, personas que aman los libros, por dentro y por fuera, que los miman y los cuidan y quieren lo mejor para ellos antes de que se comercialicen.

    Un abrazo
    P.

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  2. Hola, Adorable:
    Qué poco me conoces. Soy la cosa más resignada que te puedas echar en cara. Vamos, poco después de hablar contigo de "Karoo", mi cuñado me dijo que empezó a leer el ejemplar que le había prestado y que se encontró con que a partir de la página 30 ó 40 el libro volvía al principio y, pasadas esas páginas repetidas, se saltaba el mismo número de páginas del texto inmediatamente siguiente. O sea, una caca de la vaca perpetrada por Seix Barral. ¿Has visto que haya escrito para quejarme? Pues, no. Eso sí, lo haré en el blog. Seguro que la repercusión será mayúscula y se disculpará hasta el mismísimo José Manuel Lara (Planeta es dueña de media España, así que acabaré aceptando las disculpas).
    Creo que "Purga" también estaba lleno de erratas. Quizás los de Salamandra las incluyan a propósito.
    Ah, te aviso, la autora de "La hondonada" carece de sentido del humor. Después de leerlo, necesité volver al ingenioso y juguetón Martin Amis. Ahora toca "La información". Con el adelanto que le pagaron por él se pagó la dentadura postiza (lo explica en sus memorias). Va de dos escritores amigos, Gwyn y Richard (claro que en su caso, el concepto de amistad es un tanto peculiar): Uno tiene éxito, el otro se dedica a la crítica literaria para ir tirando. Del segundo se dice: "En aquel momento cristalizó: la tarea. Una empresa literaria, una búsqueda, una exaltación en la que podía empeñar implacablemente toda su pasión y todas sus fuerzas. Iba a joder a Gwyn". Para Martin todo es motivo de parodia y eso me encanta.
    Junto con "La hondonada", compré "Sobrebeber", de Kingsley Amis, el padre de Martin. Son tres libros en uno. Todos sobre la bebida. La edición está muy cuidada, pero los editores la flipan. Junto con el libro puedes adquirir el e-book. ¿Sabes de qué manera? Tan sólo piden lo siguiente: "Escriba su nombre y apellidos en la primera página con bolígrafo o rotulador. Tome luego una foto de esa página y envíela a ebooks@malpasoed.com". Cuando leí las indicaciones, no sabía si me estaban tomando el pelo.
    Dejando de lado esa payasada de los editores, el libro es una maravilla. Eso que no bebo. Del ponche de leche Paul Fussell, Kingsley nos dice: "Debe tomarse nada más despertar, en vez del desayuno. Es un tónico excelente y vivificador, muy adecuado cuando se tiene un día duro por delante; de gran utilidad no sólo para un viaje de avión o para enfrentarse a una entrevista, sino también para esas insoportables y supuestas festividades como la mañana de Navidad, la boda de una vieja amiga de tu madre o llevarse a la familia a casa de la abuelita para la comida dominical". No me extraña que el hijo saliese como ha salido.
    Y eso es todo, Paulette (por cierto, qué película tan horrorosa protagonizó Bernadette Lafont con tu nombre por título. Si no la has visto, ahórratela).
    Besazos.

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