martes, 30 de octubre de 2012

La rosa púrpura de El Cairo

Ruby Sparks es la segunda película de los directores de Pequeña Miss Sunshine, esa joya del cine indie que en 2006 se convirtió en todo un éxito de crítica y público. Han sido 6 años los que esta pareja ha tardado en encontrar una historia que los animara a volver a dirigir. Su protagonista femenina, Zoe Kazan, es autora del guión y pareja en la vida real del protagonista masculino, Paul Dano. Recordemos que este mismo actor también participó en la opera prima de Jonathan Dayton y Valerie Faris, los directores.
Se trata de una película divisible en dos partes: la primera, brillante, en la que un joven escritor, tras su debut con una novela considerada como un clásico de la literatura americana, no consigue crear nada nuevo. Hasta que un día tiene un sueño y eso lo inspira. En el sueño aparece una chica, Ruby, que es desarrollada en el nuevo libro que prepara Calvin, el autor bloqueado. Otro día se encuentra una chica en su apartamento que resulta ser precisamente el producto de su imaginación,  y ,como tal, hace lo que él escribe que haga. Es, para él, la novia perfecta.
La segunda parte se toma más en serio a sí misma: la relación deja de ser idílica, hay cosas de Ruby que disgustan a Calvin y cosas de Calvin que disgustan a Ruby. Pero a Calvin le basta con escribir unas líneas de su novela para que cambien los actos, los estados de ánimo, la forma de ser de Ruby. Es aquí donde la historia se vuelve peliaguda: ¿habla de la dominación de la mujer, de la creación literaria, de la dificultad de las relaciones amorosas, de la imposibilidad del amor inmaculado? Para mí este giro de la película la vuelve agobiante. El ambiente creado, original, liberador, mágico, se vuelve opresivo. Es una lástima, porque hubiera podido tratarse de uno de esos films que te hacen salir del cine sintiendo que has atrapado un poco de la felicidad que reflejan.
Todo ello no me impide ser consciente de las maravillosas actuaciones de Paul Dano, especie de Woody Allen contenido, Zoe Kazan y el resto del reparto. Además de apreciar la propuesta narrativa y la puesta en escena. Y la música, tan luminosa,  parte indispensable de los mejores pasajes del film.

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