sábado, 25 de mayo de 2013

Tres tristes tigres

Me gustaría poder decir que descubrí por mí mismo al autor brasileño Michel Laub. Claro que también me complace tener amigos que me descubren obras dotadas del extraordinario valor literario de las suyas. Y es que, por mi cumpleaños, me regalaron ni más ni menos que 12 libros: uno de ellos, "Diario de la caída", la primera novela de este escritor publicada en España.
En ella se narra en primera persona (parece contener bastantes pinceladas de la propia biografía de Laub) la historia de una "caída", o sea, de un hecho en la vida del narrador, a la edad de 14 años, que lo ha marcado, convirtiéndolo en un fracasado emocional, además de en un alcohólico. Narra también la "caída" de su abuelo, judío prisionero en el campo de concentración de Auschwitz, que nunca pudo superar el recuerdo de sus días de cautiverio, cuya única ocupación tras éste parece ser escribir sobre el mundo que debió haber sido. Narra a su vez la "caída" del padre del protagonista, que también rememora en un diario su pasado (no entro en detalle sobre lo que le ocurre a este personaje, porque se descubre ya avanzada la novela). Las tres historias están interrelacionadas, casi como hechos causales. Casi.
A lo largo de la novela, se plantean múltiples cuestiones de gran calado: La influencia de la memoria en nuestras vidas y la tragedia de su pérdida; la herencia de traumas y miedos que muchos padres transmiten a sus hijos mediante la educación; la posibilidad de superar esos traumas y los adquiridos por uno mismo; la imposible viabilidad del ser humano (o eso afirma el narrador); la victimización del pueblo judío; el acoso escolar; la paternidad; el amor filial; el alcoholismo y la incapacidad del alcohólico de verse como realmente es; el amor a secas;...
Se trata, en suma, de una obra profunda, pero a la vez escrita de manera fluida (169 páginas que recuerdan formalmente otras novelas como "Seda" o la recientemente aquí reseñada "Tu rostro será el último", con muchas divisiones y subdivisiones: "Cosas que sé sobre mi abuelo", "Más cosas que sé sobre mi abuelo", "Cosas que sé sobre mí", "Más cosas que sé sobre mí", etc.), en la que podemos sumergirnos con la consciencia de no estar perdiendo nuestro tiempo. Excelente.
Por si quedara alguna duda sobre las intenciones de Michel Laub, éste dedica "Diario de la caída" a su padre.

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