viernes, 10 de mayo de 2013

À perdre la raison

Ya he dejado dicho en una entrada anterior que valoro sobremanera la forma en que una historia es contada. Tanto para bien, como para mal. Y el caso de la última película de Terrence Malick es el de para mal. Veamos a lo que me refiero: "To the wonder" muestra cómo un hombre (Ben Affleck) y una mujer madre soltera (Olga Kurylenko) viven un amor de anuncio de perfume en un París de postal. Todo es hermoso, todo está primorosamente filmado. Pero hay algo que no acaba de cuadrar. Hay un exceso de euforia, incluso un infantilismo en ella. Luego deciden irse a vivir al país de éste, a un pueblo medio desolado, un tanto aséptico, en el que poco a poco la felicidad va quebrándose. La hija de ella quiere volver a Francia y se van ambas. Pero la madre acaba regresando a EEUU (mientras, él ha retozado un poco con un antiguo amor). Entonces ya todo se ha acabado. Ella pasa de los estados de euforia a los depresivos. Y así hasta rozar la locura (incluso busca consuelo en la religión).
La historia, de marcado carácter autobiográfico (da la impresión de que Malick quisiera ajustar cuentas con su pasado), no está mal, resulta interesante. Sólo que las imágenes son reiterativas, la cámara corre en pos de los actores de manera cansina y constante (me costó horrores terminar de ver la película), los diálogos son casi susurrados (sólo la actriz italiana habla de manera normal, único momento en que pude descansar el oído, tras tanto aguzarlo), no hay un plano encuadrado de manera clásica (o sea, encuadrado de verdad), la historia es más insinuada que contada, se plantea la cuestión de la fe de una manera que ya ha sido planteada anteriormente con mucho mayor acierto y profundidad, por ejemplo, por Unamuno en "San Manuel Bueno, mártir" (ese cura que quiere creer, mas es incapaz de ello, encarnado penosamente por Javier Bardem en una de las peores interpretaciones de su carrera), etc.
En suma, quitando muchas cosas, todas formales, (dos de ellas serían media hora de metraje y el uso abusivo de la steadycam) y subiendo la voz los actores, a este gran director le habría quedado una obra disfrutable y no una gran plasta pseudointelectual. Pero él prefiere seguir por este camino en el que parece estancado.

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