Hace más de un año, un
amigo con buen gusto me regaló "La viuda embarazada",
novela de Martin Amis con un alto componente autobiográfico. Me
pareció divertida, conmovedora, inteligente. Me entusiasmó y me
hizo querer leer otras obras similares. También me hizo interesarme
por la vida de su autor. De ahí que cuando me topé con
"Experiencia", sus memorias, en mi librería de confianza,
no dudara en comprarlas (lo de "librería de confianza",
por supuesto, es un comentario irónico. Quiere decir que si les
encargas un libro, puedes fiarte de que no te lo conseguirán).
Lo primero que me viene a
la mente, al ver un título como éste, es que, para que un escritor
tenga la audacia de usarlo, ha de haber vivido experiencias que
merezca la pena compartir. Por supuesto, Martin no me ha
decepcionado: Hijo de Kingsley Amis (uno de los mejores escritores de
su generación, premio Booker 1986 y Sir desde 1990) y de Hilary Ann
Bardwell; con dos hermanos, Philip y Sally; amigo del Nobel Saul Bellow y casado con la escritora estadounidense de origen
uruguayo Isabel Fonseca, a la que dedica este volumen, dos son los hitos que destaca de su
vida: La desaparición de su prima Lucy Partington (19 años después
se supo que fue una de las víctimas de uno de los mayores asesinos
en serie de Gran Bretaña, Frederick West – para conocer la
truculenta historia de ese criminal y de su sórdida esposa,
recomiendo la miniserie Appropiate Adult-) y el encuentro con su
hija Delilah, a la que conoció cuando ésta cumplió 18 años.
Amis, probablemente para aligerar el tono dramático de estas memorias, dedica gran parte de ellas a su dentadura: según él, podría formar un club con James Joyce y Vladimir Nabokov, el de los escritores que pierden los dientes a los 40 y tantos. También plantea la posibilidad de que John Updike inaugure el de los grandes autores con psoriasis.
Amis, probablemente para aligerar el tono dramático de estas memorias, dedica gran parte de ellas a su dentadura: según él, podría formar un club con James Joyce y Vladimir Nabokov, el de los escritores que pierden los dientes a los 40 y tantos. También plantea la posibilidad de que John Updike inaugure el de los grandes autores con psoriasis.
Pero no voy a hacer un
resumen de las andanzas de Martin, de sus recuerdos, divertidos, trágicos, llenos de amor, alcohol y otras drogas, amigos, desencuentros, enemistad con la prensa y mucha literatura. Tampoco soltaré una retahíla de
las frases profundas que trufan el libro. Como invitación a la
lectura de "Experiencia", prefiero citar un pasaje,
situando antes la escena: Kingsley Amis y la madre de Martin se
divorciaron por las infidelidades de él, que luego se casó con la
escritora Elizabeth Jane Howard. Cuando su nuevo matrimonio terminó,
quedó devastado. Siempre tuvo miedo a quedarse solo, sobre todo por
las noches, y su salud no era precisamente buena. Por eso, a pesar de
que Hilary ya estaba casada nuevamente, ahora con el barón
Kilmarnock, la familia adoptó un acuerdo: Hilary y su marido
vivirían con Kingsley. La convivencia duró 15 años, hasta el
fallecimiento de éste. Martin expresa el compromiso de su madre
intercalando un poema escrito por su padre:
"Ella está en esto
hasta el final. Ya no hay amor en ella; sólo memoria del amor. Pero
la cuestión es más sencilla: su conciencia no le permitiría hacer
menos. Kingsley tenía razón:
En 1946, cuando tenía
veinticuatro años,
conocí a una persona
inofensiva, indefensa,
pero hasta entonces
entera, no readaptada por dentro;
desmañada, amable,
sana, erguida,
que hablaba para decir
algo, que reía cuando algo le hacía gracia;
que cuando las cosas le
salían mal, temía tener la culpa...
Pero... un momento. En
1963 él le rompió el corazón, y ella le dejó.
...y cuyos ojos,
entonces, podría haber mirado eternamente.
Oh, sí, y que además
era tan bella.
En fin, se ajustaba a
como uno espera que sean las mujeres,
y mi mirada siguó
buscando más y más en ella.
¿Cómo estar seguro de
las cosas, sin nada con que compararlas?".
Añado otra cita. La primera foto, más que la idea de una familia
idílica, me trae a la mente una frase de Martin: "Los matrimonios, en
más de un sentido, no son sino secretos: secretos compartidos por los
protagonistas".
Al servicio religioso
ofrecido en honor de su padre asistieron, entre muchos otros, Ian
McEwan, Salman Rushdie, V. S. Naipaul e Iris Murdoch.
Podría haber titulado esta reseña "Padre e hijo", como la película de Sokurov, porque las memorias de Martin Amis no dejan de ser eso, en lo fundamental, la relación de un padre con su hijo (y viceversa, claro).
Podría haber titulado esta reseña "Padre e hijo", como la película de Sokurov, porque las memorias de Martin Amis no dejan de ser eso, en lo fundamental, la relación de un padre con su hijo (y viceversa, claro).
P. S.: Comencé esta
entrada diciendo que "La viuda embarazada" tiene un alto
componente autobiográfico. Parte de esa novela puede entenderse como
una continuación de sus memorias. En ella cuenta el triste final de
su hermana Sally: "...no era una mujer. Era una niña. -Una niña
grande en un mundo de adultos. [...] Por eso hablaba como una niña
pequeña. No era una mujer". Esa niña grande fue la única
persona que estuvo junto a Kingsley en el mismo momento de su muerte.
¡Hola Jose!
ResponderEliminarTodavía no he leído "Experiencia" pero caerá, sobre todo después de leer tu reseña. Hace tiempo que no leo nada de Amis, y me encanta. Me voy corriendo a la libreriaaaaaaa
Paulette :)
Hola, Adorable. Te aviso de algo que no destaco mucho en la reseña: el libro tiene ya algunos años y quizás sea difícil encontrarlo. Mi librería es como el chiste ese en el que el un señor va a un restaurante, pregunta si el pescado es de confianza y le contestan: "Sí, es de confianza. Lo tenemos aquí desde hace un mes". (O algo así). En mi librería encontré este libro que es una primera edición de 2001. Cosa que ha sido una suerte para mí.
ResponderEliminarHace años compré "Tren nocturno" y aún no lo he leído. Seguro que me animo a hacerlo pronto.
Besos, Paulette.