viernes, 13 de diciembre de 2013

Ateo practicante

Grande entre los grandes, Unamuno, autor de obras valientes como "Niebla", "La tía Tula" (en mi opinión, una de las novelas más irreverentes que he leído, en la que las ideas religiosas de Tula la vuelven capaz de dejar morir a su hermana con tal de ella ser virgen y madre a la vez) y "San Manuel Bueno, mártir" (historia de un cura que no cree en Dios y sus dudas morales), era ateo, como yo (hay quienes lo ponen en duda, lo sé. Pero también hay quienes ponen en duda mi ateísmo. Y lo digo en serio). Ejemplo de su profundidad intelectual es el siguiente poema:

La oración del ateo

Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si tú existieras
existiría yo también de veras.

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