Esta
entrada podría titularse "Un hombre de palabra", porque,
como me propuse allá por el mes de mayo, he terminado la lectura de
"En busca del tiempo perdido", una de las obras cumbre de
la literatura francesa del s. XX, y lo he hecho dentro del plazo fijado. Así que nadie puede burlarse de
mí, al menos a este respecto.
Espero
que mi billón largo de lectores sepa disculpar si me pongo algo
cursi al escribir esta reseña, pero es que yo tiendo a ello y estas
fechas lo propician.
A lo
largo de los 7 tomos (u 8, pues algunas editoriales dividen el
primero en dos), ha pasado la vida delante de nuestros ojos: La
infancia del narrador, que disfruta de las fiestas de Pascua con su familia en el pueblo de Combray; su apego por su madre, que roza el
complejo de Edipo; el nacimiento de su amor por la Belleza, en
cualquiera de sus manifestaciones; sus veranos de playa en Balbec,
con su cuadrilla de amigos, o más bien amigas, que luego podría no
haber vuelto a ver; el encuentro con la que llegó a ser su primera
pareja; la presentación en sociedad, donde fue ascendiendo hasta lo
más florido de la aristocracia y convertirse en uno más; el
amor adulto, con los celos, las mentiras y los desengaños; la pérdida del ser amado; las
pasiones y las vocaciones artísticas; el intento de ser un gran
escritor; la comprensión de que algo falta a su obra; las relaciones
algo perversas, algo interesadas; la falsedad de algunas amistades;
la enfermedad, que lo haría ingresar dos veces en sanatorios durante la Gran
Guerra; la pérdida tanto de seres queridos, como de otros con los
que compartió vivencias; y, en "El tiempo recobrado", el
último de los tomos, la madurez, la decrepitud y el presentimiento
de la propia muerte, momento en que se produce una especie de
epifanía: El protagonista comprende cuál es la forma en que debe
abordar la novela que siempre soñó que podría llegar a escribir
algún día. Casi lo mismo que le ocurrió a Proust. Algo así como
el encuentro con el Impresionismo: Su obra debería captar la esencia
del pasado, traer al presente, a través de ciertos detalles, como la
famosa magdalena proustiana, las impresiones sentidas años atrás, a
las cuales acompañaría todo un mundo, todo el ambiente que rodeaba
esos momentos de vida que serán recreados por él. La única duda que surge, ahora que el
narrador ha dado con la clave para llevarla a cabo, es si éste tendrá
aquello que pretende transmitir: Tiempo. Tiempo para concluir la
empresa que por fin ha iniciado.
Por
suerte, aunque le faltó algo de éste para terminar de pulir "En
busca del tiempo perdido", Proust sí pudo acabar su obra, y tras un siglo de la publicación del primer volumen, aquí me encuentro, compartiendo con vosotros el deleite que ha supuesto su lectura.
Como
colofón a estos meses de gozo, recojo a continuación
varias citas que espero que os gusten. Son todas del último tomo:
"Los
periódicos se leen como se ama, con una venda en los ojos".
"La
gente lo ve todo a través de su periódico".
"No
sacrifiquéis hombres a unas piedras cuya belleza procede
precisamente de haber fijado un día verdades humanas".
"La
verdadera vida, la vida al fin descubierta y dilucidada, la única
vida, por lo tanto, realmente vivida es la literatura".
"Es
con adolescentes que duran bastantes años con los que la vida hace a
los viejos".
"Cuando
yo le hablaba a Francisca de una iglesia de Milán [...], envidiaba a
los ricos que podían permitirse el espectáculo de semejantes
tesoros [...], ella que, llevando tantos años en París, no había
sentido nunca la curiosidad de ver Notre-Dame. Y es que Notre-Dame
formaba precisamente parte de París, de la ciudad donde transcurría
la vida cotidiana de Francisca y donde, en consecuencia, le habría
sido difícil a nuestra vieja criada situar los objetos de sus
sueños".
"Si
yo tuviera todavía el Fraçois le Champi que mamá sacó un
día del paquete de libros que mi abuela iba a regalarme por mi
cumpleaños, no lo miraría nunca: tendría demasiado miedo de ir
insertando poco a poco en él mis impresiones de hoy, de que se fuera
convirtiendo en una cosa del presente hasta tal punto de que,
cuando yo le pidiera una vez más que suscitase al niño que descifró
su título en el cuartito de Combray, el niño, no reconociendo su
acento, no respondiera ya a su llamada y permaneciera para siempre
enterrado en el olvido".
Después
de esto, sobran las palabras.
P.
S.: Bueno, añadiré unas: Espero que os gusten los puntos de lectura
que me regaló un amigo que conoce bien mis gustos, de los que os
hablé hace poco, cuya foto ilustra esta entrada. Se ven pequeños. Recomiendo agrandarla.
Hermosísima fotografía, por cierto. (Vale, admito que lo hermoso son los marcadores, que parecen representar el teatro de la vida).
¡FELIZ
AÑO 2014 Y QUE SEA PROUSTIANO!
¡Qué bonita entrada para acabar el año!
ResponderEliminarDesde luego, es un honor conocer a alguien que sí haya leído EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO y que, además, haya compartido sus impresiones con sus (los tuyos, yo) lectores.
Y esos marcadores son pequeñas obras de arte únicas, perfectas. Es un regalo impagable.
Te deseo lo mejor del mundo para el 2014 pero sobre todo que no dejes de compartir tus ideas sobre literatura, cine, sobre la vida misma, todas siempre interesantes.
Un abrazo
Paulette
Vaya, todo el mundo se ha puesto de acuerdo en sentir como un honor conocer a alguien que haya leído esta obra. Fuíste la segunda persona en decírmelo y Juan reitera tus palabras. Si es que tengo unos lectores adorables. Aunque sólo una se haya ganado ese apelativo con mayúscula: Paulette, alias Adorable.
EliminarYa he comunicado al autor de los puntos de lectura tus palabras. Es bueno que sepa que valoramos su esfuerzo y su talento.
Muchas gracias por tus palabras de ánimo para que siga compartiendo mis opiniones. Soy algo inconstante, pero sigo entusiasmado con este proyecto que crece. Aunque soy autocrítico, estoy relativamente orgulloso del resultado, así que me tendrás por aquí mucho tiempo.
Un beso muy fuerte, Paulette.
Feliz año 2014.
Felicitaciones por la lectura! Este libro siempre me recuerda a los protagonistas de "Bonsai" (que ya reseñaré en mi blog) y su doble mentira que los hace terminar leyendo esta gigantesca obra en conjunto y muy de a poco. No la he leído, pero debería hacerlo. Comparto la opinión de Paulette. ¡por fin conozco a alguien normal que sí haya leído esta obra!
ResponderEliminarCreo que no hay que tener miedo de volverse cursi, el hecho de ser cursi no tiene importancia. Son solo formas. No eres un escritor, y por lo tanto, no te revelas con tu forma de escribir. No debe temerse a ese desnudo, en todo caso, pero una reseña corta como esta nunca va a llegar a ser lo suficientemente cursi como para atragantar al lector. Y sobre todo cuando la obra es estética en sí y te deja esas ganas de mostrar tu agrado hacia la misma
Un gran saludo!
Gracias, Juan. Creo que fue un acierto proponerme la lectura de un libro cada mes. En ese intervalo de tiempo no me olvidaba del contenido del anterior y no me saturaba. No he leído "Bonsái", aunque tengo la película. Yo lo que sí vinculo es a vosotros, a ti y a Paulette: fue tras tratar con ella, cuando leí "W o el recuerdo de la infancia", que a ti tanto te gusta.
EliminarLo de disculparme por ser curis, en realidad es una forma de adelantarme a las posibles críticas. Pero la verdad es que por escrito me resulta más fácil mostrar mis sentimientos y suelo encontrarme con una recepción positiva.
Termino ya aquí para seguir contestándote en tu blog.
Un abrazo, Juan.