martes, 8 de julio de 2014

Noticia de un secuestro o Érase una vez en Medellín

Corría el año 1971, cuando el industrial Diego Echevarría Misas fue secuestrado. Persona amante de la cultura europea, resultaba quizás algo excéntrica, pues en 1943 compró un castillo en la ciudad de Medellín, la cual todavía no era injustamente conocida por su famoso cártel.  La historia de ambos hechos, con algunas notables modificaciones, es el meollo de la última novela de Jorge Franco, galardonada con el Premio Alfaguara 2014. 
Podría tratarse ésta de una mera transposición de sucesos, pero su autor ha decidido convertirla en algo más, añadiendo capas y significados a la narración:
Uno de ellos, el más evidente, que remite ligeramente al realismo mágico, pero de forma muy particular, nos es transmitido a modo de cuento: Don Diego y su esposa tienen una hija, Isolda, especie de princesa del castillo, alejada del mundo y de sus peligros. La niña, en su soledad, se construye un mundo propio en el bosque cercano a su residencia. Un mundo poblado por unos seres mitológicos que la defienden de cualquier amenaza y son sus únicos amigos, que se contrapone a ese otro de afuera del que la familia acabará siendo víctima.  Es una hermosa manera de tratar la cuestión de  la sobreprotección de los hijos.
Otra lectura, más actual, más social, incluso moral, se nos transmite mediante el choque entre esos dos ambientes contrapuestos resultante de incrustar en una ciudad variopinta, cierto, pero llena de gentes con pocos recursos un castillo a imitación del de La Rochefoucauld. No es difícil que dicha imagen nos recuerde las urbanizaciones con helipuerto que lindan con chabolas de algunas zonas de Brasil (supongo que ese fenómeno ocurre también en otros países) o las protestas contra el derroche en medio de la pobreza anteriores al último mundial de fútbol. Parece casi imposible que dicha situación no provoque enfrentamientos.
Por otro lado, encuentro que las comparaciones de algunos miembros del jurado que otorgó el premio han sido más bien exageradas: Aluden a directores como Tarantino y  los hermanos Coen, con cuyo cine hallo tan solo una similitud, la torpeza de los secuestradores. Creo que más bien cabría hablar de un parecido, en la parte realista de la novela, con la forma de escribir los diálogos propia de Vargas Llosa. Del de hace algunas décadas.
Amena, ágil, ligeramente compleja en su estructura y con algunos pasajes francamente bellos, "El mundo de afuera" nos acerca de manera original una historia real con aroma colombiano y, a la vez, muy europeo. Resulta profunda, pero, a diferencia de otras obras, no lo hace mediante la introspección, sino a través de la misma acción.

P. S.: Tras el trágico final del secuestro del filántropo Diego Echevarría, el mismo año 1971, su hogar pasó a convertirse en el Museo El Castillo, que ilustra esta entrada. Casi 20 años después, Julián Echevarría Lince, sobrino nieto suyo fue secuestrado y asesinado. Para un español todo esto resulta novedoso, pero para los colombianos la familia Echevarría es parte de la historia de su país.

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