viernes, 15 de noviembre de 2013

El club de la rosa


El 23 de octubre de 2012, publicaba en este blog una reseña sobre la novela "Rosa candida", de Auður Ava Ólafsdóttir. La conclusión a la que llegué fue que, pese a parecerme una obra fallida, podría sacar algo bueno: con ella iniciaría una especie de club de lectura con mi mejor amiga. Podría decirse que soy una persona lenta, pero de ideas fijas, porque hoy le toca el turno al segundo de una serie de libros, de número incierto, en los que se centrará lo que he decidido llamar "El club de la rosa": lecturas conjuntas que trataré de realizar con la Chona Mayor.
Esta vez, se trata de una especie de reportaje de investigación cuya excusa resulta algo peregrina: ¿Podría haber transportado un antiguo amante de Lorca sus restos mortales a Uruguay más de una década después de su muerte para enterrarlo detrás del primer monumento en su honor erigido en tierras americanas? Imposible comprobarlo, al menos sin la improbable colaboración de sus herederos (los del poeta granadino). Si todo el libro girase en torno a esta "teoría de la conspiración", el resultado habría sido una pérdida inútil de dinero y esfuerzo; pero su autor, el peruano Santiago Roncagliolo, ha sabido dotar de personalidad e interés a esta obra de encargo. Su título: "El amante uruguayo. Una historia real".
En ella, nos encontramos como personaje principal al escritor uruguayo Enrique Amorim. Considerado por muchos como un pésimo poeta y un prosista más bien mediocre, su compatriota Mario Benedetti decía de él que era un autor "de extraordinarios fragmentos", "pero también de grandes pozos estilísticos". Sólo sus narraciones sobre gauchos llegaron a alcanzar un poco del prestigio que siempre buscó. Millonario y comunista, casado (con Esther Haedo, prima de Borges) y homosexual, cosmopolita que acabó sus días en su Salto natal,... Amorim es descrito como una persona llena de incoherencias, razón por la que muchos no lo tomaban en serio. Otro epíteto que posiblemente lo describiría es el de testigo. Y es que fue una especie de "Zelig", una presencia habitual en los ambientes cultos, que, al parecer, tuvo un trato muy íntimo con Jacinto Benavente y con García Lorca cuando visitaron Argentina (para el segundo, su estancia en dicho país supuso un éxito apoteósico, su primer baño de masas y convertirse en estrella mediática); fue amigo de Borges (asistió al más importante cambio en la trayectoria literaria de éste, producida tras un viaje a la frontera que hicieron juntos, donde presenciaron un asesinato) y condenó con él el régimen peronista; ayudó a Neruda en su huida al exilio y acabó despreciándolo (tras leer que Neruda metía a vivir en su casa a su amante mientras su esposa lloraba junto a la cuna de su hija con hidrocefalia, parece difícil no condenar ciertas actitudes del poeta chileno, al que, por otra parte, siempre se le agradecerá lo que hizo por los republicanos españoles cuando fue embajador de su país en París); se relacionó con Picasso y con Louis Aragon (ambos destacados comunistas) e incluso participó en la reunión secreta que mantuvo el primero con Chaplin (en las memorias del cómico inglés lo confunde con Sartre, o eso deduce Roncagliolo); fue protegido de Horacio Quiroga (cuya existencia no pudo ser más trágica: "Su padre se pegó un tiro cuando él era apenas un bebé. Su padrastro quedó semiparalítico cuando él era un adolescente, y se suicidó en su presencia con la misma escopeta que su padre. Dos de sus hermanos murieron prematuramente. Su primera esposa se envenenó. Alfonsina Storni, con quien vivió un romance, se ahogó. Sus hijos se suicidaron");... De esta manera, a lo largo de las más de 300 páginas que forman este libro, repasamos algunas de las anécdotas más jugosas de algunos de los personajes más destacados del mundo de la cultura de la primera mitad del s. XX.
La conclusión a la que podemos llegar tras la lectura de este extenso y muy documentado reportaje (o ensayo o lo que sea), queda plasmada por su propio autor en las siguientes palabras: "En realidad, la gran obra de Amorim fue su propia vida", "Y su principal importancia sería ayudar a conservar la memoria de los personajes que frecuentó".

P. S.: Como veis, "El club de la rosa" ha elegido mejor esta vez. Por supuesto, "continuará".
Ah, creo que la foto fue tomada en "Las Nubes", residencia de Amorim en Salto, Uruguay, declarada monumento histórico nacional.
Me he prohibido hablar de la polémica provocada por "El amante uruguayo" en dicho país, porque pienso que es meterme en cuestiones ajenas a la obra y, además, Roncagliolo aclara en ella que muchas de sus afirmaciones son en realidad conjeturas.

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