El 23 de octubre de 2012,
publicaba en este blog una reseña sobre la novela "Rosa
candida", de Auður Ava Ólafsdóttir. La conclusión a la que
llegué fue que, pese a parecerme una obra fallida, podría sacar
algo bueno: con ella iniciaría una especie de club de lectura con mi
mejor amiga. Podría decirse que soy una persona lenta, pero de ideas
fijas, porque hoy le toca el turno al segundo de una serie de libros,
de número incierto, en los que se centrará lo que he decidido llamar
"El club de la rosa": lecturas conjuntas que trataré de
realizar con la Chona Mayor.
Esta vez, se trata de una
especie de reportaje de investigación cuya excusa resulta algo
peregrina: ¿Podría haber transportado un antiguo amante de Lorca
sus restos mortales a Uruguay más de una década después de su
muerte para enterrarlo detrás del primer monumento en su honor erigido
en tierras americanas? Imposible comprobarlo, al menos sin la
improbable colaboración de sus herederos (los del poeta granadino).
Si todo el libro girase en torno a esta "teoría de la
conspiración", el resultado habría sido una pérdida inútil
de dinero y esfuerzo; pero su autor, el peruano Santiago Roncagliolo,
ha sabido dotar de personalidad e interés a esta obra de encargo. Su
título: "El amante uruguayo. Una historia real".
En ella, nos encontramos
como personaje principal al escritor uruguayo Enrique Amorim.
Considerado por muchos como un pésimo poeta y un prosista más bien mediocre, su compatriota Mario
Benedetti decía de él que era un autor "de
extraordinarios fragmentos", "pero también de grandes
pozos estilísticos". Sólo sus narraciones sobre gauchos
llegaron a alcanzar un poco del prestigio que siempre buscó.
Millonario y comunista, casado (con Esther Haedo, prima de Borges) y
homosexual, cosmopolita que acabó sus días en su Salto natal,...
Amorim es descrito como una persona llena de incoherencias, razón
por la que muchos no lo tomaban en serio. Otro epíteto que posiblemente lo describiría es el de testigo. Y es que fue una especie de "Zelig",
una presencia habitual en los ambientes cultos, que, al parecer, tuvo
un trato muy íntimo con Jacinto Benavente y con García Lorca cuando
visitaron Argentina (para el segundo, su estancia en dicho país
supuso un éxito apoteósico, su primer baño de masas y convertirse
en estrella mediática); fue amigo de Borges (asistió al más
importante cambio en la trayectoria literaria de éste, producida tras un viaje
a la frontera que hicieron juntos, donde presenciaron un asesinato) y
condenó con él el régimen peronista; ayudó a Neruda en su huida
al exilio y acabó despreciándolo (tras leer que Neruda metía a
vivir en su casa a su amante mientras su esposa lloraba junto a la
cuna de su hija con hidrocefalia, parece difícil no condenar ciertas
actitudes del poeta chileno, al que, por otra parte, siempre se le
agradecerá lo que hizo por los republicanos españoles cuando fue
embajador de su país en París); se relacionó con Picasso y con
Louis Aragon (ambos destacados comunistas) e incluso participó en la
reunión secreta que mantuvo el primero con Chaplin (en las memorias
del cómico inglés lo confunde con Sartre, o eso deduce
Roncagliolo); fue protegido de Horacio Quiroga (cuya existencia no
pudo ser más trágica: "Su padre se pegó un tiro cuando él
era apenas un bebé. Su padrastro quedó semiparalítico cuando él
era un adolescente, y se suicidó en su presencia con la misma
escopeta que su padre. Dos de sus hermanos murieron prematuramente.
Su primera esposa se envenenó. Alfonsina Storni, con quien vivió un
romance, se ahogó. Sus hijos se suicidaron");... De esta
manera, a lo largo de las más de 300 páginas que forman este libro,
repasamos algunas de las anécdotas más jugosas de algunos de los
personajes más destacados del mundo de la cultura de la primera mitad del s. XX.
La conclusión a la que
podemos llegar tras la lectura de este extenso y muy documentado
reportaje (o ensayo o lo que sea), queda plasmada por su propio autor
en las siguientes palabras: "En realidad, la gran obra de Amorim
fue su propia vida", "Y su principal importancia sería
ayudar a conservar la memoria de los personajes que frecuentó".
P. S.: Como veis, "El
club de la rosa" ha elegido mejor esta vez. Por supuesto,
"continuará".
Ah, creo que la foto fue tomada en "Las Nubes", residencia de Amorim en Salto, Uruguay, declarada monumento histórico nacional.
Me he prohibido hablar de la polémica provocada por "El amante uruguayo" en dicho país, porque pienso que es meterme en cuestiones ajenas a la obra y, además, Roncagliolo aclara en ella que muchas de sus afirmaciones son en realidad conjeturas.
Ah, creo que la foto fue tomada en "Las Nubes", residencia de Amorim en Salto, Uruguay, declarada monumento histórico nacional.
Me he prohibido hablar de la polémica provocada por "El amante uruguayo" en dicho país, porque pienso que es meterme en cuestiones ajenas a la obra y, además, Roncagliolo aclara en ella que muchas de sus afirmaciones son en realidad conjeturas.
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